martes, 31 de diciembre de 2019

Rascándole los huevos a la novela



Deja de rascarle los huevos al diablo.
Bruno Bellmer.
Vitrali Ediciones.
México 2019.

Desde sus orígenes la novela se propone recrear el mundo, pero en el intento también acaba por darle sentido. Es la famosa cita de Macbeth, aquella de que “La vida es un cuento contado por un idiota, puro sonido y furia”, que le sirve a William Faulkner para armar el rompecabezas de los orígenes de la familia Compson y proyectar en ella los prejuicios, las limitaciones, las esperanzas y los anhelos del mítico pueblo de Yoknapatawa´pha. 


El santuario de la sensualidad*



Conocido como La Catedral del Danzón por los oficiantes del baile, llamado El Marro por la raza brava que dejaba la quincena y el sudor en sus tres pistas, el Salón México se mantiene durante cuatro décadas como sueño y emblema de la noche chilanga. Inaugurado el 20 de abril de 1920, en el número 16 de la calle Pensador Mexicano, es parte del perímetro de la zona de tolerancia y desmadre de la capital. Abre los sábados, domingos, lunes y jueves, de las cinco de la tarde a las cinco de la mañana del día siguiente. Tiene una sala de espejos deformantes y tres pistas donde desfila la sociedad mexicana, junta pero no revuelta. En el salón Tianguis, nombrado del “sebo”, las personas de menos recursos: cargadores, boleros, albañiles, rateros y prostitutas; incluso hay un letrero que prohíbe tirar colillas a la pista porque “las damas se queman los pies”. En el salón Maya o de “la manteca”, se reúnen artesanos, comerciantes, estudiantes y empleados de clase media. Y en el salón Azteca o de “la mantequilla”: profesionistas, burgueses proclives a la bohemia y personajes del arte y la cultura, e incluso turistas con afanes de conocer el México cabrón.

Flores marchitas y vino descompuesto


Aliento a borrachera y a ti.

Enrique Ramírez.

Eterno Femenino Ediciones.

México, 2019.



Como una blasfemia, como un eructo, como una piedra que hace añicos el espejo en que se contempla el amor, así se resuelven los versos de este poemario  transido de emociones desgastadas y ruinosas. La basura y los residuos que sobreviven a una fiesta de palabras fatuas, la risueña mueca de la calavera que por fin se ha despojado de su máscara de carne putrefacta.


Informe encontrado en un archivo*

“México, D.F., lunes 23 de Agosto de 1948.

De: Oficial Saturnino Guajardo.

Para: Comandante J. Sánchez González.
Informe a la Superioridad sobre las actividades de la Srta. Onie Virginia Hill Reid.
Siendo las 18:00 horas del viernes 20 de agosto pasado, me presenté debidamente caracterizado como mesero al servicio del cabaret Ciro´s del Hotel Reforma. La cantina más grande de la capital tiene una barra con espejos, el piso alfombrado y los muebles y las paredes cubiertos de seda de colores rojo, verde y rosa pálido. En el centro hay un candil estilo versallesco y lámparas de luz tenue distribuidas en los muros. Es un sitio frecuentado por la alta sociedad y gente de la farándula.

Epílogo*

Dice Randall Jarrell que un buen poeta es alguien que “pasando una vida entera en el exterior expuesto a todas las tormentas, consigue hacerse fulminar cuatro o cinco veces por el rayo”. En ese sentido, los autores reunidos en esta antología, son una especie de llovizneros -cofradía de los volcanes dedicada a dirigir las nubes de lluvia- que se identifica por los rayos emocionales, económicos, existenciales que los han fulminado, y en esa condición de damnificados de la vida se reúnen en estas páginas. No se distinguen por la búsqueda de un premio, de una beca o de un prestigio, sino simplemente por la necesidad, como pedía Rilke, de escribir; por la maldita costumbre de escarbar en sí mismos y extraer la oscura podredumbre humana para convertirla en versos afilados y desnudos. Poetas callejeros que además de sostener una rosa en la mano, muerden una daga entre los dientes. Pistoleros de distintos calibres y puntería, que se abisman entre las grietas de su encallecido corazón. Jauría de distintas edades y tradiciones, que nunca ha tenido el talento necesario para prosternarse ante el amo. 

lunes, 30 de diciembre de 2019

Cada noche un amor*

Durante más de dos décadas, de los cuarenta a los sesenta, su casa fue punto de reunión de los personajes más encumbrados de México, que iban en busca de diversión y de placeres. No importaba que se mudara de la colonia del Valle a la Narvarte, o de la Nápoles a la Condesa, su ánima y su estilo hicieron época en la vida nocturna de la Ciudad de México. Graciela Olmos, La Bandida, era un nombre prohibido en los hogares decentes, pero que los hombres solteros o casados conocían por lo menos de oídas cuando se hablaba, en la discreta escapada o en el júbilo de la parranda, de los misterios del sexo.

domingo, 29 de diciembre de 2019

Las palabras del cuerpo

Eroticum
Cristina de la Concha.
Coedición Culturalcingo-Morvoz.
México, Segunda Impresión, agosto de 2019.

Dice Octavio Paz que a través de la historia y como producto del devenir de la cultura, el hombre ha venido refinando sus instintos, de tal manera que se puede imaginar el impulso sexual como una planta en donde la sexualidad es la raíz, el erotismo es el tallo y el amor es la flor. Finalmente el fruto de la imaginación sexual, el erotismo, es el preámbulo a la unión del cuerpo y el alma que conocemos como amor. Tema de innumerables libros clásicos y modernos, del Cantar de los Cantares a las Cincuenta sombras de Grey, la recreación del deseo es una pulsión que vivifica las palabras y por las palabras también se renova.