viernes, 2 de noviembre de 2018

Las corrientes bravas*


En 1932 se llevó a cabo un juicio determinante para el futuro de la literatura mexicana. La opinión reaccionaria y católica realizó una campaña de prensa para acusar a Rubén Salazar Mallén de “ultrajes a la moral pública y las buenas costumbres”. En particular se referían a los capítulos de la novela Cariátide, que se habían publicado en los dos primeros números de la revista Examen. De acuerdo con los acusadores se infringía el Artículo 200 del Código Penal Federal, que castigaba con prisión y multa la circulación de libros o imágenes obscenas.