Para Marco Solares
Un
lunes caluroso y sediento pasé a curarme a la Buenos Aires. Con los años
aprendí a soportar las crudas sin demostrar ninguna inquietud. Si acaso, lucía
más taciturno en la oficina. Procuraba entretenerme en actividades
intrascendentes hasta la hora de salida. Después me iba a una cantina a leer el
periódico o simplemente escuchar música mientras apaciguaba los malestares de
la víspera con un par de piedras ─anís,
tequila y fernet─ que me devolvían ligero
hasta mi casa.