Más
allá de los elogios de sus amigos y admiradores, más allá de las críticas de las
feministas, Gabriel García Márquez continúa siendo el escritor latinoamericano
más leído y el tercero que más libros vende en el planeta. Después de
sobrevivir al premio Nobel de literatura en 1982 y a los homenajes por su
octogésimo quinto cumpleaños, “Gabo” ha tenido que enfrentar una serie de
enfermedades que lo mantienen muy lejos del mundo.
Acosado por una legión de entrevistadores y buscadores
de noticias ansiosos del mínimo comentario suyo, por los amigos como Julio
Scherer o Bill Clinton que le llaman o lo visitan aun cuando ni siquiera pueda
reconocerlos, el novelista de Aracataca vive cada vez menos para su leyenda
pública y cada vez más para una nebulosa donde se extravían sus recuerdos más
próximos.
En alguno de los momentos en que la enfermedad le da
tregua, antes de cerrar los ojos vencido por el sueño de la comida, el creador
de Macondo quizá revise sus libros y se acuerde de otro fugitivo de la fama:
Juan Rulfo, nacido un 16 de mayo del año 17. Y quizá también justifique el
laconismo en que el autor jaliscience se refugiaba frente a las preguntas de
los periodistas, y la asombrosa habilidad con que se les escabullía por las
puertas de servicio de los hoteles.