miércoles, 15 de abril de 2020

La Apestosa*



A Oyuki la conocí en el Salón Orizaba (Dolores casi esquina con Victoria –y no es consigna−). Nunca supe su nombre. La habían apodado como la heroína de una historieta por sus rasgos orientales, que a muchos parroquianos de aquella cervecería les recordaban los de Lin May, por su piel nacarada y sus ojos razgados. La llegué a ver usando un Qipao rojo, corto, muy ceñido, que si bien resaltaba su vientre chelero, también dejaba entrever sus piernas blancas y varicosas, envueltas en medias negras de red. A veces apoyaba el servicio subiendo las caguamas al tapanco donde había tres mesas y decenas de cajas de cartón. En otras ocasiones introducía monedas a la rockola para tocar sus preferencias de la Matancera o la Santanera y bailarlas por 15 pesos. De cajón, iba calibrando los agasajos de los clientes de acuerdo con el número de cervezas que le invitaran. Se presentaba con 27 años recién cumplidos pero parecía mayor de 40.

lunes, 13 de abril de 2020

Amor por correspondencia*


El amante salió de viaje cuando a su amor lo volvió monótono la rutina. Al abordar el tren lo asaltó un leve desasosiego. Una oscura nostalgia le fue inflando el pecho de suspiros. Un día después de su partida le envió una carta a su nada: “Te extraño mucho”, le decía. Al día siguiente le mandó otra. “Te juro que estoy arrepentido de haberme alejado de ti”. Al otro día volvió a escribir: “Te prometo amarte eternamente…”