lunes, 18 de noviembre de 2024

Los demonios de la ebriedad


Prólogo

El alcohol y la literatura siempre han volado juntos.
El alcohol siempre ha sido un gran catalizador de las emociones que hacen crepitar el ingenio. Y la literatura siempre ha tenido la capacidad de convertir la emoción pasajera o profunda, en sentimiento escrito.
En Los demonios de la ebriedad, alcohol y literatura se potencian mutuamente para llevar al lector a un recorrido etílico-erótico-musical, acompañado de grandes bebedores de la literatura.

Reality Sex Inc



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Después de las presentaciones formales entre los altos ejecutivos y el nuevo propietario de Reality Sex Inc, el magnate Andreas Kazantzakis, en el salón de consejo se impone un silencio grave. Kazantzakis mira directamente a los ojos de Paul L. Doring, un pelirrojo menudito de bata blanca, a quien acaba de saludar de mano. Los miembros del consejo lo miran también. Kazantzakis hace la pregunta que sólo Doring, como jefe del área de Ingeniería Biotecnológica, puede responder.

―¿Y cuál es nuestro mejor modelo?

El ingeniero Doring, por lo general, está acostumbrado a revisar y firmar reportes semanales para los superiores, o informes trimestrales para el gerente de la fábrica o los ejecutivos, pero en muy contadas ocasiones es el propio dueño de la compañía quien se dirige directamente a él, y menos tratándose de alguien tan poderoso como Andreas Kazantzakis, el Rey Midas de la sicotropindustria.

―Es el modelo caucásico, en sus diferentes presentaciones de las diosas del cine, y el Kent de tamaño natural ―responde Doring sin titubear.

El ingeniero Doring siente como si los ojos azules de Kazantzakis, ese hombre corpulento y barbado a quien en el mundo de los negocios apodan “El Oso”, empezaran a relampaguear con chispazos eléctricos. Doring se levanta del asiento, carraspea un poco, enciende su anillo-proyector y enfoca el haz de luz hacia el muro-pantalla.

―No quiero una exposición ―interrumpe Kazantzakis, quien ha comprado Reality Sex para diversificar sus múltiples negocios y quien, si así lo decide, tan solo por una corazonada o un capricho, puede cambiar el giro de la compañía como ya lo ha hecho antes con otras. ―Yo solamente quiero que me diga ¿por qué cree usted que sus modelos podrían ser mejores que las personas de carne y hueso?