Siente que se le termina el aire, da una amplia brazada y patalea lo más fuerte que puede, desesperado, quiere salir a la superficie, a la luz, a respirar. Alza los brazos y da una honda bocanada para que por fin sus pulmones se hinchen. Los compañeros que se encuentran en su mesa, visiblemente incróspidos, empiezan a reírse.