viernes, 30 de octubre de 2009

Desde las puertas de La Sorpresa I

“Plateros... San Francisco... Madero... Nombres varios para el caudal único, para el pulso único de la Ciudad. No hay una de las 24 horas en que la Avenida no conozca mi pisada”: así define el poeta Ramón López Velarde su predilección por una de las calles de mayor tradición en la Ciudad de México: Francisco I. Madero. En esta calle se alzó uno de los conjuntos religiosos más grandes y lujosos de América. Ahí vivió el emperador Iturbide. Por ella se pasearon ansiosos los lagartijos del porfiriato al acecho de las damas más elegantes de la capital.

Asiento de grandes edificios comerciales y joyerías que desembocan en la Plaza Mayor; Madero, la avenida de muchedumbres apresuradas y revueltas, también nos conduce hacia un pasado lleno de historias.

lunes, 26 de octubre de 2009

Responso al Corazón


Fuiste una víscera mustia
un  pretexto de cuentistas cursis
y puerta de acceso
a órganos más traviesos.

Un fruto manoseado por poetas
de reputación dudosa
por viejas meretrices
y ancianos de clavel en la solapa.

¡Cuántas estupideces
se cometieron en tu nombre!