“Nadie ha tenido ese poder que él tuvo. Durante casi 14 años fue amo y señor de esta ciudad. La cambió por completo, le impuso su modo de ser y acabó con la vida nocturna. Hizo que los cabaretes cerraran a la una de la mañana. Dicen que fue en venganza porque un hermano suyo se mató saliendo del Waikikí. Otros dicen que fue a él a quien una noche sacaron a golpes de ese antro, y que por eso le agarró ojeriza a don Pepe Moselo, el dueño del Waikikí, y no descansó hasta clausurarle su negocio en el 55. La mera verdá es que no cerró todos, porque los de primera seguían funcionando hasta las cuatro. Pero se le quedó la fama de mocho y de rarito.
martes, 6 de octubre de 2009
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