La crónica es un cuento que reporta hechos reales. El cuento es una crónica de sucesos imaginarios. Su estructura es —o podría ser— idéntica. Excepto por las costumbres, las obsesiones o incluso las manías de cronistas frente a las de los cuentistas. Aquéllos provenientes del periodismo y éstos proclives a la literatura. En realidad muchos cuentos son crónicas a las que el escritor les ha dado un toque para reafirmar la intensidad, para crear más drama o volver la anécdota real un mito, una epopeya. Y también hay crónicas que, por su limpidez, sus múltiples recursos más propios de la literatura y su intensidad, bien pueden clasificarse como piezas literarias. Y sólo exceptuándolas por el hecho de que son sucesos reales, bien podrían ser consideradas cuentos.
Jorge Arturo Borja, con largo camino andado —con más que buena fortuna (léase un talento fuera de serie)— en ambos géneros nos entrega un volumen que contiene cuatro crónicas y otros tantos cuentos.

















