No
muchas aves cantan en la oscuridad.
Enrique
Ramírez G.
Gorrión
Editorial
México,
2016
La
labor del poeta es la minuciosidad de un imposible. Una especie de
relojero del alma. No porque se encargue de reacompasar esta
sustancia, sino porque es capaz de fabricar el artefacto verbal que
la expresa. De los materiales más sublimes o de los más burdos, o
de la conjunción de ambos, como del ala de una mosca panteonera, el
poeta obtiene ese atisbo de lo intangible que distingue su trabajo.
El resultado es insólito. ¿Pero cómo lo logra?