Instrucciones para jugarse la vida con Satanás.
Arturo J. Flores.
Instituto Mexiquense de Cultura.
Estado de México, 2014.
En el siglo XVIII, los filósofos hacían una distinción entre la imaginación y la fantasía. La primera, imaginar, era considerada la facultad de producir percepciones de las cosas sensibles ausentes; y la segunda, fantasear, la facultas figendi, consistía en cambio en producir mediante la división y la composición de imágenes, la imagen de una cosa jamás percibida por los sentidos.
Entonces, como finalmente pudo definirlo Georg Wilhelm Fiedrich Hegel, ambas categorías eran determinaciones de la inteligencia; pero la que imaginaba era simplemente una inteligencia tibia, la que reproducía la realidad; en cambio la que fantaseaba, era una inteligencia creadora, la que ardía en las llamas del pensamiento.