Pterocles Arenarius.
Eterno Femenino Ediciones, México 2023.
Afirma Ernesto Sábato que un libro es un hombre.
Y la suma de la obra de un escritor, seguramente significa la suma de los varios hombres, de las distintas dimensiones o personalidades que conforman a ese hombre.
Y digo la suma, porque a pesar de que el escritor y solamente él haya escrito sus libros, cada uno proyecta parte de las obsesiones, fantasmas, vicios y compulsiones, de él mismo o de su época. Esto sucede incluso en la literatura infantil.
Se dice que Charles Perrault hizo su propia versión de un cuento de tradición oral llamado "Caperucita Roja", con el fin de alertar a las jovencitas que frecuentaban la corte -que Perrault conocía bien- de los pedófilos que se encontraban prestos para seducirlas.
También me viene a la memoria esa novela breve pero intensa que es El Jugador, escrita por un ludópata incurable apellidado Dovstoievski.
O una novela de fantasmas titulada Pedro Páramo, escrita por un autor que en su adolescencia paseaba solitario su orfandad por los senderos ocultos de Chapultepec mientras esperaba entrar a la preparatoria.
Y ni hablar de William Burroughs, Charles Bukowski o el Marqués de Sade que en sus libros construyen personajes de sus alter egos como adictos, alcohólicos y sádicos.
Alguien dijo, no recuerdo quién, que toda obra es la biografía de un escritor, en su totalidad o en partes.
Creo que éste es el caso de Pterocles Arenarius, un autor a quien vengo leyendo desde que en 1982, en una sesión del taller que coordinaba Edmundo Valadés, presentó un texto, una crónica testimonial que se intitulaba “El semidios negro”, en la cual narraba cómo en su juventud alguna vez sirvió de sparring al legendario Mantequilla Nápoles. Desde entonces pensé que alguien que había vivido experiencias tan señeras contaba con una materia prima invaluable para la literatura. Nada más le faltaba saber escribir.
Y vaya que con el tiempo aquel Jesús Ortega, hoy felizmente Pterocles Arenarius, ha demostrado con creces no solamente habilidad y astucia en el oficio de escribir sino intensidades e inteligencias manifiestas en el más arduo oficio de vivir.
Así que de alguna manera, a través de su obra, se ha dedicado a ajustar cuentas con algunas de sus obsesiones. Por ejemplo, en su magnífica crónica Puño y Cuadrilátero (Editorial A my me vale verga 2023), recrea y le da sentido a esos años de juventud en que se rifó como bofe profesional y los motivos que lo llevaron a agarrarse a puñetazos con otros jóvenes en el ring y abajo de éste, y luego a dejar ese deporte tan entretenido como controvertido. En uno de sus capítulos finales hace una de las reflexiones más lúcidas que cualquier autor haya hecho sobre el box.
En Cualquiera puede matar (Eterno Femenino Editorial, 2019) aborda los instintos asesinos que pueden aflorar en un hombre, sobre todo cuando se enfrenta a la policía de nuestro país. Hace entender al lector cómo las injusticias pueden convertir en una bestia al ciudadano más pacífico.
En Mi querido Pancho Villa (Eterno Femenino Editorial, 2020) proyecta su ideario político a través de la recreación de uno de los grandes hombres en la historia de México: Francisco Villa, héroe y bandolero quien sólo podía ser interpretado desde su espiritualidad por Pterocles Arenarius, escritor y barriobajero.
Esta vez, con la reedición de su Apostatario, tres ejercicios de blasfemia (y un encore), en el que se le incluyeron cuatro cuentos nuevos, Pterocles ajusta cuentas con la religión, especialmente con la Católica, Apostólica y Romana, en la que se educó y creció en el ambiente familiar. Solamente alguien que conozca a fondo los ámbitos de la práctica de la religión en México y que haya abrazado esa fe por amor o por costumbre puede profundizar a través del humor o de la ironía y el sarcasmo en las situaciones que presentan estos textos: reuniones de mojigatos que quieren cambiar el mundo, funcionarios que sufren epifanías o peregrinos que linchan herejes. Demonio, carne y mundo disfrazados de devoción. Un libro que invita a creer en la inexistencia o en todo caso la inutilidad de los dioses para un mundo que los ha suplantado con extraterrestres y que ha sustituido la Biblia con libros de superación personal.
Jorge Arturo Borja.
Ciudad de México.
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