viernes, 4 de enero de 2019

Suavidad y aspereza del mundo*



Donde otros ven la carne yo veo la tierra.
Textos de Eusebio Ruvalcaba
y fotografías de Abril Méndez Morales.
Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
México, 2018.

En alguna sesión de sus talleres de literatura, Eusebio Ruvalcaba sostuvo que el ejercicio de la poesía era una suerte de equilibrio entre la emoción y el intelecto; decía que para entender el poema había que “leer con el corazón y el pensamiento”. De modo que en sus comentarios a los textos que se presentaban, el maestro ensayaba esta mirada bifocal para escuchar el latido de la emoción que se asomaba en cada verso. Lo recuerdo hablando de los poemas de los compañeros, no como de una suerte de artificio de palabras, sino como un ser vivo que iba manifestándose por medio del ritmo y las metáforas.


Dicen algunos poetas que conocen del oficio, que en la creación del poema se trabaja con ritmos, no con palabras, porque la emoción dispara el ritmo. En su veintena de poemarios, Eusebio Ruvalcaba moduló distintos tipos de ritmos, desde la expresión directa y carente de adornos retóricos, como ocurre en El diablo no quedó defraudado (Daga editores, 2000), o en El frágil latido del corazón de un hombre (Editorial nula, 2006), hasta el rigor del soneto en 57 hombres y una mujer (Editorial Pharus, 2009), pasando por la alternancia entre el verso blanco, verso libre y soneto, de El argumento de la espada (Instituto Politécnico Nacional, 1998). Pero en todos sus versos quedó siempre plasmado, como en un electrocardiograma, el latido de la emoción que deja huella indeleble.

Es de llamar la atención las distintas editoriales en las que el maestro publicó su poesía, muchas de ellas de efímera existencia, pero que cumplían con la única expectativa de establecer una comunicación muy íntima con el lector. A la pregunta de por qué su poesía se imprimía sobre todo en editoriales marginales, Eusebio respondía que él publicaba donde quería sin tener que estar sujeto a los caprichos ni a las campañas mercadológicas de las grandes editoriales. Hoy que la poesía se lee poco y mal es de celebrarse que instituciones como la Universidad Autónoma de la Ciudad de México se den a la tarea de publicar el poemario Donde otros ven la carne yo veo la tierra.

Este libro contiene la poesía de Eusebio Ruvalcaba y las fotografías de Abril Méndez Morales. Si ya en su novela gráfica Adrenalina (Lectorum, 2018), Ruvalcaba se había atrevido a la construcción de una narrativa compartida entre palabras e imágenes, en este libro acomete la profundidad de la belleza femenina apoyando la imagen fotográfica con la imagen poética.

Donde otros ven la carne yo veo la tierra demuestra en sus líneas una poesía casi elemental, no por la precariedad de recursos, sino al contrario, por la minuciosa concentración de palabras que en su sabia urdimbre crean un impresión emotiva de cada poema, imágenes que son también ideas, como acertadamente afirma Vicente Quirarte en el prólogo, textos que remiten a la concisión y conocimiento que implica el aforismo.


Nos asomamos al cuerpo
lo penetramos
lo nombramos
y descubrimos la tierra, el origen
la lucha y el conflicto
el claroscuro, el único origen
que reconocemos
todos.

La mujer como metáfora de la tierra, el elemento fértil por antonomasia. Palabras que son música que son paisajes de la deslumbrante orografía femenina. Versos que establecen un diálogo con las fotografías, los claroscuros que van trazando las líneas de un cuerpo santificado por el deseo.

Vigoroso y fresco
el cuerpo nace de la tierra,
y la tierra se nutre del cuerpo.
Entrelazados,
uno depende del otro.
Como la suavidad de la aspereza.

 
Donde otros ven la carne yo veo la tierra es la muestra fehaciente de un escritor que pervive en las palabras que descubren y celebran la belleza como estímulo y recompensa de la experiencia.
 

Bienvenidos sean estos versos y estas imágenes que reconcilian la suavidad con la aspereza del mundo.

Muchas gracias.


*Palabras leídas durante la presentación del poemario Donde otros ven la carne yo veo la tierra, de Eusebio Ruvalcaba, en el marco de la XVIII Feria Internacional del Libro del Zócalo, 16 de octubre de 2018.
 

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