domingo, 28 de marzo de 2021

A caballo entre los siglos

 


La Noche.

Agustín Ramos Blancas.
Eterno Femenino Ediciones.
México, 2021.

Agustín Elías Ramos Blancas (Tulancingo, Hidalgo, 1952) es un referente indispensable para entender la literatura mexicana de transición entre el siglo XX y el XXI. Un autor que no solamente ha abordado con gran acierto la llamada novela militante que habla de la apuesta política y guerrillera de la generación del 68, sino también ha renovado la novela colonial relatando los primeros chispazos de la conciencia obrera en las minas del siglo XVIII, y quien a lo largo de su obra ha venido haciendo de manera directa o por alusión histórica un verdadero ajuste de cuentas con la realidad actual. Ramos es un jinete de la escritura a caballo entre los siglos. 


De Ramos Blancas es posible decir que es el autor hidalguense que más ha profundizado sobre la historia y el contexto actual de su Estado. Es cierto que de allí han surgido autores de la talla de Ignacio Rodríguez Galván, Efrén Rebolledo, Ricardo Garibay y Gonzalo Martré, pero la mayoría son escritores que raramente abordan las preocupaciones y los problemas de su tierra natal. Este no es el caso de Agustín Ramos, el tulancinguense que con su prosa ha atravesado el presente y el pasado de Hidalgo, y de los personajes que lo habitan, incluso en su libro más reciente, traza un perfil de Gabriel Vargas, su paisano más universal, y autor de la inolvidable Familia Burrón.

Agustín Ramos es un viejo lobo en el proceloso mar de la escritura, con 42 años en el oficio, se ha distinguido como un polígrafo que escribe con la misma solvencia géneros de la literatura como cuento, ensayo o novela, que géneros de la historia y el periodismo como crónica, entrevista o reportaje.

A los 27 años, en 1979 se dio a conocer con una novela emblemática de la generación de los setentas: Al cielo por asalto. Un libro que le brotó de una imagen del mayo de 68, un muro grafiteado con esta frase de Marx; así que los siguientes cuatro años se dio a la tarea de escribir una novela desesperada y llena de esperanza sobre su generación. No se trató de una obra que se dedicara únicamente a guardar el registro de los hechos de aquella época sino de un texto escrito con la pericia literaria y el aliento de un joven que asaltaba las cúpulas de la literatura con una propuesta innovadora y cargada de energía.

A esta primera incursión le siguen otros dos novelas: La vida no vale nada (1982) y Ahora que me acuerdo (1985), que conforman una trilogía sobre los sueños y utopías de una generación que de la guerrilla y la militancia pasó al rock y a las comunas, de las ilusiones perdidas a los paraísos recobrados. 

Después, la obra de Ramos, se dirige hacia el pasado, al virreinato, en donde revive la misma historia de las utopías pero en las minas hidalguenses, un relato increíble pero cierto, contado con los recursos de estilo de un autor que había madurado muy rápido haciendo valer su prosa hasta en editoriales extranjeras y de paso había renovado la literatura colonial acostumbrada al chocolate con churros llevándola por los meandros de la rebelión y la picardía del coloquialismo. Entre las obras que destacan de este ciclo, se encuentran La gran cruzada (1992), Tú eres Pedro (1996), La visita, un sueño de la razón (2000) y Justicia Mayor (2015).

Agustín Ramos el escritor, se ha desdoblado también en múltiples facetas: el periodista, el promotor cultural, el militante político y el maestro de varias generaciones de escritores que se han beneficiado de sus enseñanzas, pero sobre todo de su enorme amor a la literatura, a la reflexión política y estética, y a la búsqueda de la palabra precisa.

Como resultado del decantado ejercicio de la escritura, Agustín Ramos publicó en 2007 la novela La noche, bajo el sello de Tusquets. En la que se aborda la vida y milagros de un poeta de provincia. Una alegoría del talento malgastado en un ambiente mezquino. Aunque Ramos ha dicho que esta obra es “puro lenguaje”, le sucede lo que a sus otros libros, que son un reflejo de la pura realidad, “Como la vida misma”, igual que el título de una de sus novelas.

Afirma el mismo autor que eligió el título de La Noche porque en el transcurso de la narración nunca se sabe con certeza qué va a pasar y el protagonista despierta a causa de una cruda en plena madrugada, lo que bien puede constituir una metáfora de la realidad política y social después del fraude de 2006. En su novela, Ramos recrea la incertidumbre de la oscuridad que antecede a la luz porque siempre se ha inclinado por las ideologías que apuestan por la utopía aunque nunca se sepa qué va a pasar.

¿Qué más puede hacer un poeta en un lugar donde se lee poco o nada? ¿Qué caminos se le ofrecen al escritor en un país que invierte muy poco en la cultura?; pues, como el protagonista de esta novela, no le queda más que acercarse a la clase política —ya que a las clases altas no les interesa nada ajeno al lucro—, y convertirse en redactor de discursos políticos.

Retrata la vida cultural en la provincia, en los pueblos, de una manera muy descarnada, pero que también en otras dimensiones se parece a la de la gran metrópoli, donde los escritores más reconocidos se ofertan para convertirse en corifeos del poderoso en turno. ¿No lo podemos constatar en la actualidad donde varios plumíferos de renombre andan como perritos sin dueño en busca del poder que los arrope y los patrocine?

La noche es una novela bien estructurada con personajes muy verosímiles y con un lenguaje magníficamente trabajado, como corresponde a un autor en pleno dominio de su oficio. Humor y acidez por un mismo boleto. La soledad como eco, como anticipación y como nostalgia de un país proteico que no acaba de tomar su verdadera forma.

Es motivo de celebración el hecho de que en esta pandemia, donde tantas editoriales ya consolidadas y muchas más de las independientes han sufrido un insalvable revés económico, Eterno Femenino Ediciones tenga la audacia de publicar esta novela, y en su catálogo, junto a los nombres de autores de la importancia de Saúl Ibargoyen, Gonzalo Martré, Rosina Conde o Pterocles Arenarius, se encuentre un escritor de las grandes ligas: Agustín Ramos. Esta publicación seguramente va a ser un golpe de suerte, porque como afirmaban los latinos: “Audaces fortuna iuvat timidosque repetil” (a los osados ayuda la fortuna).

Para finalizar, sólo basta decir que La noche es una novela que hay que leer y Agustín Ramos es un escritor que deben conocer quienes realmente quieran saber de la literatura mexicana más significativa de entre ambos de siglos. Corresponde a la academia y a los críticos darle el justo lugar que merece su obra y corresponde a nosotros los lectores disfrutar de sus palabras.




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