martes, 24 de noviembre de 2015

Desde las puertas de La Sorpresa VIII





La marcha de la historia



Por Madero entró el Ejército Trigarante y también los chinacos acompañando a Juárez.


Y después entró Francisco I. Madero en un carruaje tirado por corceles blancos.


Luego los villistas con botas polvorientas y los zapatistas de huaraches y cananas, marcharon por en medio de esta calle.



También por Madero entró la Marcha del Silencio en el 68 y las antorchas universitarias del 86 y los muchachos con disfraces y en zancos bailando al compás de las batucadas del 132, en las campañas antigobiernistas de 2012.




Por esta calle pasaron las procesiones de ciudadanos jóvenes y viejos que protestaron por el fraude electoral de 1910, los henriquistas que en el 52 huyeron de la represión en la Alameda y luego quienes se opusieron consecutiva y ruidosamente a los fraudes de Carlos Salinas en el 88, de Felipe Calderón en 2006 y de Enrique Peña Nieto en 2012.


Por esta misma calle desfilaron los indígenas del EZLN con pasamontañas y ojos encendidos y los ciudadanos indignados en contra del desafuero y los que salieron de su refugio para seguir al Movimiento por la Paz con pancartas que decían “No + Sangre”.

Por Madero ha pasado un mar de muchedumbres embravecidas y rabiosas. Electricistas mientamadres, jubilados maldicientes, azafatas encabritadas, jornaleros de Atenco que rayan sus machetes en el asfalto, y maestros de Guerrero y de Oaxaca que repiten a voz en cuello las leperadas que les enseñan sus alumnos.



Dicen que por Madero se aparece la Patria echando gritos de Llorona: “¡Ay, mis hijos, ay mis hijos, ay mis hijos!”

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