Una torre con vocación de vuelo
En 1946 la compañía de
seguros La Latinoamericana consigue el permiso para construir un rascacielos en
las calles de Madero y San Juan de Letrán, en
terrenos que pertenecieron al antiguo convento de San Francisco. En el mismo
sitio en que Moctezuma tenía su casa de aves, se empieza a levantar dos años
después, en 1949, lo que sería el emblema de la moderna Ciudad de México: la
Torre Latinoamericana.
En la historia de Francisco Javier Clavijero se dice
que Moctezuma tenía dos zoológicos en Tenochtitlán: “uno para aves que no son
de rapiña, y otro para las de esta clase”. Añade el jesuita que “trescientos
hombres estaban empleados solamente en el cuidado de las aves, fuera de sus médicos
que observaban sus enfermedades y les aplicaban los remedios oportunos. De
aquellos trescientos, unos proporcionaban comida, otros la distribuían, otros
cuidaban de los huevos y del empollamiento, y otros, finalmente, desplumaban en
cierta estación a las aves, pues a más del placer que el rey tenía en ver tanta
multitud de animales, se tenía principalmente cuidado de las plumas”.
Tan esbelta como un ave y con la misma vocación de
vuelo, la Latinoamericana se construye en un
subsuelo fangoso y de consistencia esponjosa. El arquitecto Augusto H. Álvarez y
el ingeniero Leonardo Zeevaert la diseñan para resistir los
temblores que frecuentemente asuelan a la nerviosa capital. Su estructura
se sostiene con pilotes de acero y concreto, enterrados a 33 metros de
profundidad. Y su base de concreto cuenta con un sistema hidráulico que le
permite flotar en caso de sismo.
La
erección de esta torre de 44 pisos, con fachada de vidrio y aluminio, tarda
siete años y cuesta 64 millones de viejos pesos. La Latino tiene 25 mil toneladas y una altura de 181 metros, todo eso
repartido entre 44 pisos, tres sótanos y una antena de televisión.
Se
inaugura con bombo y platillo el 30 de abril de 1956, pero su prueba de fuego
se va a dar durante dos terremotos. El
del 28 de julio de 1957, que con sus 7.7 grados Richter hace volar literalmente
al Ángel de la Independencia; y el del 19 de septiembre de 1985, que con sus
8.1 grados Richter destruye más de 200 edificios del Distrito Federal. Los
mismos residentes de la torre afirman que durante los sismos la Latino se
bambolea como un buque en altamar, y aunque muchos pasan el susto de su vida,
ven cómo el edificio se mantiene incólume mientras otros más nuevos se
derrumban.
Se afirma que esta torre puede resistir hasta
movimientos telúricos de 8.7 grados, pero quién sabe cuántos inmuebles de la
ciudad puedan seguir en pie después de un terremoto de esa magnitud.
La Latinoamericana ha sido escenario de películas como
Del suelo no paso (Chano Ureta, 1958)
con el popular Resortes, o Sólo con tu
pareja (Alfonso Cuarón, 1991) con Daniel Jiménez Cacho y Claudia Ramírez;
además de que ha funcionado como locación de varias telenovelas y programas de
TV. Sus 44 pisos sirven de espacio para las más diversas actividades. En ellos se
pueden encontrar desde un restaurant y un museo hasta el consultorio de un
vidente o el despacho de un detective privado. Su mirador ofrenda la Ciudad de
México a los pies del visitante y, detrás de los otros rascacielos y de la capa
de esmog, permite ver las antiguas montañas que circundan el majestuoso valle.
Maestro Borja: te saludo con mucho gusto, mano. Paso a saludarte y a compartirte el link de un blog que recién abrí. Ojalá puedas darte una vuelta. Te abrazo fuerte, Borjita. http://elabandonodecadaarbol.blogspot.m
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