lunes, 10 de febrero de 2014

En las vueltas del asunto

(Entrevista con Miguel Ángel Tenorio para la serie Entre hombres sin vergüenzas de Radio Educación)

Originario de la Ciudad de México, donde nació en 1954, Miguel Ángel Tenorio la ha llevado muy presente en sus obras. La conoció a los 14 años como activista del movimiento estudiantil del 68. Luego la recorrió en los campamentos de damnificados en el 85. De ella ha escrito sin cansarse, y en sus espacios disformes ha desarrollado innumerables proyectos de promoción de lectura o talleres de escritura.
Se inició en el Taller de Composición Dramática de Emilio Carballido en 1970. En 1975 ganó el premio Punto de Partida por su obra "Cambio de Valencia", la cual también obtuvo en 1984 el Premio Nacional de Dramaturgia Celestino Gorostiza; en 1996 ganó el Premio Nacional Obra de Teatro para Niños por “El burro baturro”.
Miguel Ángel también ha escrito novela, cuento y crónica. Y ha producido radio y televisión, sin olvidar el teatro callejero, en donde lo mismo produce que actúa. Se puede decir sin asomo de duda que Miguel Ángel Tenorio es un adicto a la escritura, quien ha declarado sin ambages que escribir es lo que más le divierte en la vida.

Miguel Ángel se sienta a conversar un rato en los jardines de la vocacional en donde da un taller literario. Habla de las mujeres y de los problemas que ha tenido con ellas desde que asistía a una escuela marista, de puros hombres, en la primaria.
         Miguel Ángel Tenorio: Yo creo que de alguna manera sí te afecta, sí te establece una relación distinta en la relación hombre-mujer. Fuera de la escuela tenía a primas de mi edad, tenía una prima un año mayor que yo, un año menor que yo y teníamos una relación medio tórrida, de romance. Nos queríamos mucho, y yo supongo que había mucho erotismo que se desplegaba aunque no supiéramos en ese momento nombrarlo. También el enamorarse de las maestras, unas maestras que fueron a hacer unas prácticas y todos ¡wau! Como que enamorados de la maestra, pero yo creo que sí, que de alguna manera sí te afecta. Por ejemplo, creo que en las relaciones con las mujeres le doy muchas vueltas al asunto. A veces cuando he sido directo yo mismo no me la creo y entonces como que tengo que repetir el camino y creo que tiene que ver con eso.
         Jorge Borja:  ¿Y qué te dicen las mujeres?
         Miguel Ángel Tenorio: Alguna, una vez me dijo que yo le daba muchas vueltas y ahí fue cuando dije “ah caray, pues yo creo que sí.” Y otra, que a veces estamos entendiendo en distintos canales y en distintos niveles. Ahora ya me acostumbré que muchas veces es así, pero al principio me costaba trabajo entender. Y la otra, que no sé si será por la formación en una escuela de puros hombres pero soy como muy fácilmente “encendible” pero no sé si provenga de eso.
         JB: ¿Crees que haya una división tajante entre el mundo de hombres y el de mujeres?
         MAT: Lo que sucede es que en principio no queremos verla pero creo que sí, percibimos las cosas de una manera muy distinta, incluso entre dos hombres podemos percibir las cosas muy distintas pero a veces por la misma cultura se dan ciertos valores entendidos, sin embargo estos valores entendidos los queremos aplicar en nuestra relación hombre-mujer y ahí hay cosas que no funcionan “Yo pensaba que tú…-No pues yo creí que tú” y ahí es donde empiezan los malos entendidos o las cosas que nos atan a ciertas cosas que no sabemos incluso ni siquiera cómo explicarlas, pero que nos abren una cierta brecha. Tal vez lo mejor, ahora visto a la distancia, es partir de que somos diferentes, sin embargo, como yo provengo de esta generación donde la idea era que todos somos iguales, que no tiene que haber una diferencia, entonces eso contribuye a que no aclaremos el asunto de que hay que partir que somos diferentes en el modo de percibir la realidad.
         JB: ¿Alguna vez te has desesperado por no darte a entender con una mujer o porque tú no la entiendas a ella?
         MAT: Sí, ahora me doy cuenta de eso de una manera mucho más tangible y me doy cuenta que también es al revés cuando dicen “Ay, pero sí es obvio”, dices sí, para ti es obvio pero para mí no. Y en mi caso personal, porque cada vez uno se mete más en honduras y en tratar de explicarse más cosas eso contribuye. Pero sí creo que de punto de partida sí existe esta diferencia de percepciones y de manera de entender las cosas.

Corazón de condominio


JB: ¿Tienes pareja?
         MAT: Sí, ya voy en la tercera vuelta, o sea que entonces se reafirma esto que digo. Es la tercer pareja estable aunque he tenido en el inter otras parejas.
         JB: ¿Te has divorciado?
         MAT: Lo que pasa es que realmente sólo he estado casado con la tercera, que es la mamá de mi hijo. Muchas veces, una muchacha con la que estaba antes de mi actual mujer me dijo “¿pero por qué te casaste?”, y yo dije pues porque ella me dijo que si no me casaba, no. Realmente por convicción no, yo acepto que lo hice así como dicen del enamorado que hace cosas que uno nunca iba a pensar que las iba a hacer.
         JB: ¿Qué se pierde y qué se gana en una ruptura?
         MAT:  Pienso que todas las rupturas te dejan una experiencia muy profunda, a veces difícil de definir pero que por lo menos sabes que has vivido una vida que no vas a volver a vivir y que está llena de luces, de sombras, de claroscuros y que te deja como removido en todo tu ser. A la fecha, luego me dicen ¿y sigues queriendo a tal y a tal? Y pues sí, aunque parezca que tiene uno corazón de condominio pues sí.
         JB: ¿Estas rupturas y relaciones te han servido para crear un personaje?
         MAT: Inevitablemente sí, aunque yo no lo he pensando así. De hecho luego son cosas que me sorprenden, cuando yo escribí una obra que se llama Colgar la vida, que es sobre una pareja, se puede decir que escribí lo que iba a suceder después en mi relación y en ese momento no lo pensaba. Cuando la empecé a escribir estaba en el mejor momento de mi primera relación estable, vivíamos al máximo, con toda intensidad, entonces en la obra la pareja empieza a distanciarse, y empieza a crear una serie de conflictos que a veces son un poco inventados a partir de que no sabe comunicarse lo que realmente siente, entonces va guardando mucho rencor y de pronto explota. Bueno, pues pareciera que dos años después de que escribí esa obra de pronto como que eso empezó a pasar en mi relación. Claro, yo no me di cuenta en ese momento pero después al verla a la distancia yo no sé si la escribí para que eso sucediera, que podía ser terrible, pero uno nunca debe descartar cualquier posibilidad de entendimiento o lo que sucede es que yo ya estaba viendo con los ojos del inconsciente lo que iba a suceder.
         JB: ¿Tú crees que es cierto aquello de que las mujeres aman cuando el hombre solamente desea?
         MAT: Yo creo que por ahí viene parte de este malentendido o esta dificultad para poder entendernos. Sí creo que, por ejemplo, lo primero que nos mueve, no diré que a todos los hombres pero al menos a mí, y descubro que a muchos otros también, es que sí, es el deseo. Lo primero que yo veo es que una mujer me atrae por sus piernas, por su mirada, por sus senos, y ya después uno se fija en otras cosas. Ya alguien me dirá “eres un cochino machista” pues sí, tengo que aceptar que así es como yo veo. Creo, en general, que muchas mujeres, independientemente de que también les guste echarse su “rapidín”, de alguna manera en una relación más profunda sí buscan como que esto de hacer nido, de aterrizar en algo, y eso también ha hecho, que por ejemplo, yo tuve una relación muy intensa con una chava con la que me encantaba hacer el amor, estar con ella todo el tiempo pero ella ya tenía tres hijos, estaba divorciada pero quería a fuerza tener un hijo conmigo, y yo decía “es que no me voy a venir a vivir contigo, la pasamos muy bien pero no.” Además a ella no le gustaba el teatro, no le gustaban las cosas que a mí me gustaban. Lo que nos gustaba a los dos era estar en la cama juntos, eso lo disfrutábamos mucho pero nos levantábamos de la cama y ahí empezaban las diferencias, y ella insistía en tener un hijo conmigo y yo siempre le rehuí a eso y ahí es cuando me doy cuenta que ella quería hacer nido, yo quería pasármela bien y nunca entendí por qué finalmente nunca aceptó que nos la pasáramos bien pero bueno por eso terminó la relación.
         JB: ¿Con quién te es más fácil compartir, con alguien que comparte tu mundo, las experiencias literarias, teatrales,  o con una persona ajena?
         MAT: Fíjate que antes, mucho antes, yo pensaba que con alguien que compartiera mi mundo sin embrago creo que en ambas circunstancias se da igual porque, por ejemplo en esta relación que platicaba, creo que compartimos muchas cosas hasta antes de que ella empezara a insistir en eso tener un hijo, que eso me hizo distanciar, pero incluso me interesaba el mundo en el que ella estaba que era el mundo de los bancos, de las finanzas, entonces, yo trataba de entender qué era ese mundo. Y ella escuchaba las historias que contaba yo por radio, no se las perdía, las grababa incluso en casete, le gustaba leer mis libros. A veces yo le decía que si íbamos al teatro y ahí sí como que el ambiente de un estreno de teatro no le gustaba, no le gustaba estar ahí o ir a un concierto, ir a una exposición de pintura, como que se sentía rebasada por ese medio y sin embargo podíamos platicar de la situación económica, de la situación política. Y es que esta posibilidad de poder compartir cosas es muy agradable, muy rico. Yo tengo la impresión de que yo tengo una capacidad de adaptación a otros medios y eso me ha permitido insertarme en distintos lugares. Y por otro lado, también cuando he compartido una de las mejores relaciones que tuve fue con una compañera con la que compartíamos todo, todo. Vivimos diez años juntos y algunos compañeros decían “Ustedes no van a los baños públicos juntos nomás porque no se los permiten”, pero nos la pasábamos así; trabajamos juntos, hicimos teatro juntos, televisión, presentaciones de libros, o sea, muchas cosas juntos. Entonces, creo que en cualquiera de las dos cosas se puede dar. Antes yo pensaba que sólo con alguien que comparte tu mundo pero no.
         JB: ¿Con esta persona que compartías todo, había celos profesionales?
         MAT: Creo que no, hay gente que me ha dicho que a la mejor por eso terminó la relación, y yo creo que la relación terminó porque había la necesidad de crecer y después de tanto estar juntos nos habíamos absorbido el uno al otro y ya hacía falta, creo que a lo mejor es por ahí y siento que eso se reflejó en cosas menores como sucede siempre, que porque la taza no está en su lugar y nada más es un reflejo de algo mucho más profundo, creo que ahí fue por eso. Yo nunca sentí la cuestión de los celos, aunque se puede dar pero aquí más bien fue así como que cada quien debía volar por su lado.
         JB: ¿En la vida en pareja, crees que el hombre tenga algunas obligaciones específicas?          
         MAT: Ahí hay una cuestión cultural que de pronto nos determina. Yo tengo la sensación y además es lo que yo trato de hacer, me equivoque o no, es hagamos lo que podamos y que la otra parte también haga lo que pueda. Considero que no hay cuestiones predeterminadas, a veces me cuestiono también eso pero creo que siempre funciono así.

Alguien que anda buscando el sentido de la vida

JB: ¿Hay algún personaje del teatro o del cine donde te hayas visto reflejado?
         MAT: Yo soy un súper admirador de Woody Allen y creo que me pasa eso, de pronto descubro muchas cosas que me pasan, por ejemplo he visto esta película Annie Hall que aquí le pusieron Dos extraños amantes, creo que la he visto fácil unas 20  o 30 veces y de pronto hay cosas que yo veo y digo es que ahí estoy, igual que él; por ejemplo, una de las muchas cosas que me acuerdo, de pronto él dice “es que nos volvimos excelentes amigos pero ya no había pasión”. Sí, eso pasa, o también cuando una de las chavas dice “oye tú me estás echando demasiado verbo porque lo que tú no quieres es hacer el amor conmigo”, y dices, “chin eso es cierto”. A mí también me ha pasado que no sabes cómo terminar la relación porque como que te da pena, no quieres lastimar a la gente, pero de veras ya no te prende la chava, esas mismas cosas que le suceden a Woody Allen o de pronto también en sus películas su mujer le dice “oye es que tú todo el día estás pensando en sexo”,  pues sí, a mí me pasa también eso.
         JB: ¿Si te identificas con Woody Allen, es que ves la vida con cierto sentido del humor?    
         MAT:  Sí, para mí siempre ha habido este sentido del humor en todo lo que hago. De hecho yo pensaba que lo del sentido del humor era algo que me había venido en los años recientes, pensando un poco en lo que decía esta mujer que yo siempre consideré maravillosa, Ikram Antaki, que decía que el humor llega cuando uno está un poco más allá del bien que del mal pero hace poco me encontré con mis compañeros de primera generación de la UAM, en 74, y nos citamos a comer algunos, platicamos, y algo que me dijeron fue “ay, tú siempre con tu mismo sentido del humor”. Entonces dije ah caray, lo tengo desde siempre. Y claro, si pienso en mis obras de teatro todas tienen ese sentido del humor,
       
  JB: ¿Para ti qué significa ser hombre?
         MAT: Ésa es una de las preguntas más difíciles, creo que ser alguien que anda buscando sentido de la vida, que trata de hacer muchas cosas suponiendo que lo que hace tiene sentido y tratar de pasársela lo mejor posible en este mundo y logrando establecer contactos cercanos con mujeres con las que uno pueda establecer por lo menos un buen momento de armonía, y de ser posible ser un buen padre si se puede. 

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