domingo, 23 de junio de 2013

Ser un hombre con mayúsculas

(Entrevista con Ignacio Trejo Fuentes para la serie Entre hombres sin vergüenzas de Radio Educación)


Originario de Pachuca, Hidalgo (1955), Ignacio Trejo Fuentes emigra muy joven a la Ciudad de México, en donde estudia periodismo en la UNAM. Posteriormente obtiene una maestría de literatura en la New México State University, así como el doctorado en Letras Mexicanas también por la UNAM. Su carrera ha transcurrido en tres ámbitos: el periodismo, la academia y la literatura. Motivo por el cual ha escrito más de una veintena de libros de crónica, de crítica y de literatura en diversos géneros. Aunque su actitud es aparentemente seria e incluso se podría calificarla de adusta, Nacho Trejo, como lo conocen sus íntimos, es un tipo que en el fondo se ríe de las contradicciones de la vida, porque sigue la consigna del gran César Vallejo: “Absurdo, sólo tú eres puro”. En el café Habana, donde acepta realizar la entrevista lo conocen la mayoría de los parroquianos, no porque realmente lo hayan leído, sino porque saben que es un gran conversador y un hombre generoso que también ha cumplido con el papel de padre de familia.

Jorge Borja: ¿Cómo es la nueva figura del padre en México?

Ignacio Trejo Fuentes: Creo que sigue siendo fundamental por atavismos, por cuestiones culturales. Las mismas mujeres se encargan de resaltar la figura paterna, aunque de facto no sea tan rígido el patrón sigue imperando la noción de que “que no lo sepa tu padre”, “se lo voy a decir a tu padre”, “tu padre es quien decide”, aunque eso no sea cierto. En cosas tan elementales como cuando el niño o la niña, el jovencito o la jovencita piden permiso para ausentarse el fin de semana, aunque quien determina eso sea la madre, siempre arguyen “voy a conversarlo con tu padre” o “ a ver qué dice tu papá”, pero es fundamental tanto la presencia de la madre como la del padre. Un hogar donde no hay la figura paterna, no asociada necesariamente con la rigidez, o con la represión porque es el extremo opuesto, quizá del que se queja la mayoría de los hijos o de las mujeres, del exceso de la rígeles en el mando. Debe existir porque es un punto de equilibrio, donde hay unilateralidad, sea paterna o materna, algo se desajusta, creo que el equilibrio es lo mejor. La figura del padre ya no es tanto como la del proveedor sino como la del patriarca en el sentido bueno de la palabra, el que sabe cosas, el que las ha vivido, el que tiene experiencias y el que puede guiar, en el sentido de guía es fundamental.


JB: ¿Qué emociones pertenecen a esta expresión de nuestra masculinidad?

IT: Mira, hay algo sintomático o notorio, se fomenta en los niños desde pequeñitos, desde el kínder creo, el sentido, de sus derechos de niño, de sus derechos humanos (y eso raya en lo grotesco a veces) si uno abraza o apapacha a su hijo, se puede tomar, o se toma de hecho, como una agresión con matices sexuales. Es uno susceptible de ser acusado, eso nos está marginado de la idea filial original, si uno alza la voz para demostrar que debe actuarse de determinada manera, según criterios de norma, puede ser acusado de abuso, de daño o de delito, eso me parece grotesco. Yo soy feliz apapachando a mi hija, que es pequeñita, de abrazarla, de acariciarla pero siempre puede venir una reacción de su parte, de oler algo pecaminoso que le han inducido en entorno escolar y eso nos limita, y afecta, y atenta en el sentido, no entiendo exactamente por qué, los abusos sexuales generalmente en familia, con gente cercana pero me parece una exageración que se limite la figura del padre. No conozco, excepto en casos de  sicóticos, que son especiales aquí y en todas partes, que uno se acerque a su hijo con intenciones perversas sino más bien de amor

JB: Nos acusan de abusadores o de autoritarios, ¿cómo debemos ser?

IT: Ni modo, los tiempos nos tendrán que orillar a buscar puntos medios porque cada día el poder, y en eso yo insisto, las mujeres han mandado en México siempre en todos los terrenos, en el político no porque no se notaba, pero es un hecho de que “atrás de cada hombre hay una hija de la chingada” es cierto, sino no funciona.  Lo que pasa es ya ahora salen al público y abunda. Yo lo veo en las universidades, una cosa rara que se llama Estudios de género. En la cámara de diputados y senadores existe esa porción de legislación sobre género, pero en el fondo ellas mismas se están encargando de magnificar las cosas, ellas son las que marcan las diferencia de género, al alzarse en su feminidad como originalmente víctimas, se vuelven victimarias, y eso es grotesco, se van a los extremos y los extremos siempre son perjudiciales. Que somos una sociedad machista, yo creo que eso ha sido pero por patrones culturales. Hace unos días la revista Nexos hizo una encuesta entre críticos y escritores para saber cuáles eran las mejores treinta novelas hechas en México (a propósito de los 30 años de vida de la revista). Los resultados fueron muy claros el predominio de autores sobre autoras, y fueron las mujeres escritoras, yo leí por lo menos siete artículos furibundos quejándose, acusando a los críticos, a los encuestadores, a la revista de machistas porque no había mujeres prominentes, y yo me pregunté, y lo repito, y con toda honestidad porque mi trabajo es hacer crítica literaria, ¿Existe realmente una novela de autora mexicana superior a Terra nostra o Noticias del imperio? No la hay, pero eso no es mi culpa que en sus orígenes haya sido así es obvio, ¿por qué no hay grandes compositoras de las consideradas clásicas de música, por qué no hay grandes pintoras del siglo XVI o XVII? Todo eso pertenecía a los hombres sí, lo sé, eran factores culturales, el arribo de las mujeres al arte a la educación es prácticamente reciente. En México lo estamos estrenando apenas pero no es nuestra culpa son los segmentos de la historia, pero ahora tratan de reivindicarlo todo de un golpe y el problema no es éste. Tienen todo el derecho y qué bueno, yo estoy de su lado, el problema es que tratan de invertir los papeles, sojuzgar. No te topes jamás, no te lo deseo ni ti ni a ninguno, con una agente del Ministerio Público mujer, o con una jueza. Lo toman como una afrenta personal si el litigio es sobre el maltrato a una mujer, ya no digamos una violación, te mandan al cadalso inmediatamente sin buscar ningún modo de atenuante

La Literatura no tiene sexo

JB: ¿Tú crees que la literatura se valora más por ser escrita por mujeres que por su calidad?


IT: He visto esto ya que soy profesor universitario de literatura, y como participo en coloquios, programas de becas como jurado en concursos, siempre sale a relucir ese favoritismo de las mujeres por las mujeres, es decir hay una complicidad. Yo  jamás pienso, cuando juzgo un libro, en si lo hizo un hombre o una mujer. Pienso, digo un lugar común, pienso que la literatura es como los ángeles, la literatura no tiene sexo, es buena o mala, o extraordinaria o es pésima la haga quien la haga, pero ellas suelen tomar esa bandera fomentadas por los grupos feministas instalados en universidades, en colegios, en instituciones. Organizan con frecuencia coloquios certámenes sobre literatura femenina, publican libros donde se ve al hombre como al enemigo y eso me parece un desatino, se quejan mucho cuando pasan cosas como la encuesta de Nexos, piensan que uno está actuando deliberadamente “no vamos a hablar de fulana sino mencionemos a sultana”, eso no es cierto, es por la calidad. Me duele decirlo, la mayor parte de las escritoras mexicanas vivas son mis amigas, lo digo sin cortapisas, no tenemos una autora mexicana, por lo menos viva, a la altura de Marguerite Yourcenar, de Elsa Morante, de Natalia Ginzburg, de Flannery O’ Connor, no las hay de ese nivel y no es nuestra culpa, y tampoco lo hemos impedido u obstaculizado que eso pueda ser. A las escritoras mexicanas se les ha acusado, la crítica en general, seria, no tendenciosa ni mucho menos machista, de que su ámbito temático es muy pobre, muy limitado, es decir no escriben más allá de las costumbres del hogar de la cocina, de la alcoba y de líos conyugales. ¿Quién hace una epopeya como la que hizo Marguerite Yourcenar de las Memorias de Adriano? o cosas así que trascienden, ¿quién hace un Noticias del Imperio? Es decir, son muy buenas escritoras pero  tienen que dar el salto y eso no se va a dar de la noche a la mañana y no se va a dar tampoco con proclamas y con banderas feministas o feminoides, se hace con trabajo, con arte, con estética, que lo pueden hacer ya, y es por esto que estoy diciendo no debe tomarse como una postura machista. Fíjate que hace años en un coloquio sobre literatura una profesora gringa se encargó de mis Crónicas romanas y el análisis que hizo las despedazó, las hizo giras, decía que no son crónicas sino novelas por entregas. Yo tengo bien a bien que no sabe lo que es la crónica pero eso no me escandalizó es el hecho de que me acusaba de machista, lo que ignora es que yo amo a las mujeres y las celebro, si las situaciones eran machistas las eran por sí mismas yo era sólo un humilde cronista que daba cuenta de los hechos, que no los propiciaba. Me acusó de las cosas más horrorosas del mundo, hasta que después me enteré que la crítica estadounidense es activista feminista y lesbiana, entonces estaba viendo todo desde el cristal suyo y fui la víctima, pero pasa todo rato. Yo jamás escribiría un libro para acusar a una mujer de feminista o de machista al revés

JB: ¿Hay libros en México, escritos por autores masculinos, que hablen de los sentimientos de las emociones de un hombre, de estas contradicciones que cada vez son más acentuadas sobre nuestra masculinidad?


IT: No como una propuesta. No recuerdo de momento algo así, si se da, se da de manera circunstancial, es decir no es el punto, es algo que viene por sí solo en medio de otras cosas, nadie que yo sepa se propone un libro en esa dirección, si sale, salió. La búsqueda del ser humano, de la existencia eso es otra cosa pero no digamos en términos de masculino o femenino, de eso hay muchas exploraciones, recuerdo el libro de Garibay que se llama Beber un cáliz , es una novela autobiográfica sin duda sobre la muerte de su padre. Sin duda, ahí se ve la pérdida de algo muy importante para el narrador, que es sin duda alter ego de Ricardo pero eso nos lleva más allá no es la pérdida del señor Garibay que era un ogro y una fiera, un fatigador, un dominador, un opresor, sino que nos lleva exactamente a la idea de la muerte del padre; es decir, porque nosotros vamos para allá, vamos a sustituirlo en el papel de padre y luego en el papel de muertos, de ausentes. Qué otra cosa nos dice el poema de Sabines “Algo sobre la muerte del mayor Sabines”, es la búsqueda no de la masculinidad, sino de la figura paterna. El otro Jaime, Jaime Labastida tiene un enorme gran poema sobre su padre. Y hay búsquedas en este sentido, me hace recordar algo paradójico mira, Josefina Vicens que es una notable novelista, en su novela El libro vacío, su personaje es un oficinista llamado José García, que quiere escribir para hacer alguien en la vida, él considera que escribir un libro lo va a sacar de la grisura, de su chatura de todos los días y, paradójicamente, es uno de los personajes masculinos más impresionantes de la literatura mexicana concebido por una mujer y esas son las paradojas a las que nos llevan estas charlas por ejemplo ¿no? Uno no puedo pensar en José García como un producto de una casualidad, hay algo, hay un enfrentamiento entre la imagen masculina y la femenina que está latiendo ahí. Esa grisura, ese salir de ahí, es un personajazo, curiosamente hecho por una mujer. Y te puedo mencionar muchos libros pero no creo que sea tan definida la propuesta de decir, quizá no tarda en ocurrir, “yo voy a hacer un libro totalmente macho para rescatar mi bandera masculina”. ¿Qué pasa con la literatura de los homosexuales? Generalmente esa sí lleva un propósito reivindicativo, con justa razón porque ha sido humillados, ofendidos, juzgados, sometidos, despreciados, marginados, todo lo que termine en “ados”, vapuleados. Entonces en mucha de su literatura se ve ese propósito de reivindicación, en el terreno político pero también existencial, humano, humanístico. Qué bueno que lo hagan, siempre y cuando no se vuelvan delirantes, es decir, todos tenemos que ser homosexuales porque sino el mundo no funciona, son los extremos. Mira, la literatura de tema homosexual en México tardó muchos años para ser asunto público, hasta los setentas era clandestina, edición de autor, fue El vampiro de la colonia Roma de Luís Zapata el que abrió las puertas de esos clóset y ahora hay literatura de lesbianas, lo que antes era tabú; entonces se entiende que en sus primeros pasos sean de reivindicación. Con en la literatura chicana, que es un fenómeno muy reciente, es decir la hecha por estadounidenses de ascendencia mexicana (lo digo porque yo estudié ese fenómenos) todos los primeros libros eran bastante malos. Las novelas chicanas eran muy malas porque no eran productos que se quisieran estéticos o artísticos sino proclamas políticas de reivindicación: “mírenos pobrecitos, cómo nos tratan los pinches gringos blancos, los anglosajones” entonces una vez que superaron ese alarido justificado ahora hacen una literatura como tal, sin propósitos otros que ser arte. Le pasó a los negros, gringos. Claro, si tú lees a Richard Raid, a James Baldwin, Ralph Ellison, sus primeras novelas son buenas novelas pero sobre todo son alegatos contra la discriminación, ahora ves a Toni Morrison, y a tantísimos autores negros estadounidenses, y ya se olvidaron de eso, de la lucha política, ahora hacen arte que salga la negritud es inevitable pero ya no es el principal foco. Qué bueno que me preguntas eso, yo no veo todavía que haya literatura con propósitos de reivindicación masculina pero seguramente vamos a tener que hacerla, sacar la bandera, hacer manifestaciones del orgullo masculino porque somos absoluta minoría.

Los cimientos de lo humano

JB: ¿Ahí no cabría literatura como la que a veces hace Eusebio Ruvalcaba, Fadanelli que a veces también han sido atacados por “machistas”, o tú mismo, no cabría esa gente que explora en los sentimientos, dentro de la emoción, del universo de lo masculino?

IT: No. No se trata de hurgar en los cimientos de lo masculino sino de lo humano, la envoltura para mí es lo de menos. Ha habido perversiones tremendas o desquiciamientos que conducen a actitudes deplorables las haga quien las haga, sea hombre o mujer, entonces yo creo que la búsqueda literaria no debería ir en el forro, en quién se aglutina eso, sino de por qué esos asuntos humanos o psíquicos o espirituales o como quieras llamarle se dan, no importa en quién; viendo por ejemplo en personajes femeninos que parecen diabólicos como las hermanas Baladro, de Las muertas de Ibargüengoitia, de las Poquianchis, que paradójicamente una se llama Arcángela y la otra se llama Serafina, verdaderas hijas de la chingada, pero también pienso en los personajes de Ruvalcaba, de Fadanelli que los mencionaste: sicópatas, oligofrénicos. El demonio está dentro y el demonio toma forma de hombre o de mujer, eso no tiene distinciones, ve personajes como las narcosatánicas, Sara Aldrete, en Me llaman la narcosatánica, y es escalofriante; eso no creo que lo haya dispuesto su condición femenina, que quizá tuvo algo que ver sí, y la contraparte está, existe, el ser humano ese sí en cuanto a maldad, o en cuanto a bondad es un híbrido: los personajes más buenos de la historias, buenos de bondad se han dividido en hombres y mujeres de eso no queda la menor duda pero el mal suele encarnarse en figuras masculinas generalmente, y eso por qué, no lo sé.

JB: ¿Podrías recomendar algunos libros a quienes a lo mejor anden en busca de su masculinidad, donde haya personajes masculinos fuertes, que sería interesante revisar o que leyeran?

IT: Hay personajes masculinos muy importantes fundamentales y otros que nos son masculinos pero que también son fundamentales, sobre todo los que se basan en personajes históricos, pero no es una reivindicación de lo masculino sino de lo humano, pienso en  Jesucristo, cuyos cronistas fueron los Apóstoles, ese es un gran personaje. Creo que la Biblia es un de los mejores libros, ahí se contiene el gran poema erótico, acaso pornográfico de la historia de la humanidad hasta nuestros días: El cantar de los cantares, es una voz masculina cantándole a una  mujer, ahí está la dualidad, ¿quién gana?: ¿la mujer que suscita eso o el hombre que lo acata?, ¿quién domina o quién propicia todo esto? Otros personajes son los emperadores romanos, dentro de su perversión, dentro de su yo soy yo, en el fondo no están buscando la glorificación de ellos mismos sino de lo humano para equipararlo al nivel de dioses, por eso Calígula hace lo que hace, por eso Nerón, por eso Adriano, tratan de volverse dioses terrenales, afirmarse. Pero siempre tienen problemas de homosexualidad, es la paradoja, ¿cuál es nuestra idea católica cristiana de dios? Es masculino, si nos remitimos a otras religiones la figura todopoderosa, la deidad es masculina, en las politeístas se dividían la chamba: Coatlicue, la diosa de tal y tal, pero en las monoteístas generalmente son varones. ¿Por qué esa idea de que somos machistas por naturaleza desde tiempos remotísimos?... No lo sé. Libros en ese sentido me cuesta mucho trabajo, y no porque me vayan a acusar de machista sino porque yo no veo en esa polarización. Te puedo hablar de una novela, otra vez, de Ricardo Garibay que se llama Par de reyes, los personajes son de una fuerza impresionante, son dos hermanos pistoleros, bandoleros, asesinos pero por las circunstancias pero detrás de ellos quien les dice “sean asesinos y venguen la muerte de su padre”, es la mamá, de manera que esos pillos, desalmados que son capaces de matar no son ellos mismos, son la proyección  de la mamá, y ahí habría que ver cuál es el propósito del autor, a quién quiso magnificar. Ahí el personaje que sobresale es la señora, entonces me cuesta mucho trabajo. En las novelas de Dostoievsky donde está el mal encarnado es en un personaje masculino, Raskolnikof, incluso asesina a una mujer que lleva las culpas pero no altera mucho las cosas si alteramos el género y en lugar de Raskolnikof que sea “Rascolnikofa”, pasaría lo mismo, el conflicto permanece. Y cambiemos de género a grandes novelas de la historia y veremos que el molde, la caparazón, no es lo determinante, sino que todo viene de adentro. Pero, por lo pronto, yo celebro que haya las posibilidades masculinas o femeninas y lo de en medio, el híbrido. Y prometo que me voy a adherir a la próxima marcha masculina que haya.

JB: Para puntualizar ¿qué significa ser hombre en la sociedad actual?

IT: ser hombre con mayúscula o con minúscula. Con mayúscula es formar parte de un complejo engranaje, no somos sino parte de un todo; y hombre con mayúscula es buscar una plenitud, una aspiración total en todos los sentidos, que va de lo físico a lo espiritual y no el ser un hombre en el sentido machista, sino ser alguien, alguien también con mayúscula en todos los terrenos, en el científico, político, el humanístico, cotidiano, es decir buscar la proximidad al hombre como lo más grande que se pueda hacer, pero ojo, en esto también tienen que ver las mujeres. Ser mujeres no feministas nada más, sino en todo el concepto grandioso de la palabra y en esto volvemos a emparentarnos. El destino no les pertenece a uno y a otros, el destino nos pertenece a todos, incluyendo a lo que se mueven en medio de ambos polos, sean negros o sojuzgados, a los ofendidos y humillados que también les corresponde ser Algo con mayúscula. Sería muy mezquino, y muy reduccionista pretender ser hombre porque me da la gana.


JB: ¿Algo que quisieras agregar?


IT: Una frase que digo mucho y que me significa borradorazos, jitomatazos: “Amo a las mujeres pero detesto a las feministas”.  

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