(Entrevista con Ignacio Trejo Fuentes para la serie Entre hombres sin vergüenzas de Radio
Educación)
Originario de Pachuca, Hidalgo (1955),
Ignacio Trejo Fuentes emigra muy joven a la Ciudad de México, en donde estudia
periodismo en la UNAM. Posteriormente obtiene una maestría de literatura en la
New México State University, así como el doctorado en Letras Mexicanas también
por la UNAM. Su carrera ha transcurrido en tres ámbitos: el periodismo, la
academia y la literatura. Motivo por el cual ha escrito más de una veintena de
libros de crónica, de crítica y de literatura en diversos géneros. Aunque su
actitud es aparentemente seria e incluso se podría calificarla de adusta, Nacho
Trejo, como lo conocen sus íntimos, es un tipo que en el fondo se ríe de las
contradicciones de la vida, porque sigue la consigna del gran César Vallejo:
“Absurdo, sólo tú eres puro”. En el café Habana, donde acepta realizar la
entrevista lo conocen la mayoría de los parroquianos, no porque realmente lo
hayan leído, sino porque saben que es un gran conversador y un hombre generoso
que también ha cumplido con el papel de padre de familia.
Jorge Borja: ¿Cómo es la nueva figura del padre en México?
Ignacio Trejo Fuentes: Creo que sigue siendo fundamental por atavismos, por
cuestiones culturales. Las mismas mujeres se encargan de resaltar la figura
paterna, aunque de facto no sea tan
rígido el patrón sigue imperando la noción de que “que no lo sepa tu padre”,
“se lo voy a decir a tu padre”, “tu padre es quien decide”, aunque eso no sea
cierto. En cosas tan elementales como cuando el niño o la niña, el jovencito o
la jovencita piden permiso para ausentarse el fin de semana, aunque quien
determina eso sea la madre, siempre arguyen “voy a conversarlo con tu padre” o
“ a ver qué dice tu papá”, pero es fundamental tanto la presencia de la madre
como la del padre. Un hogar donde no hay la figura paterna, no asociada
necesariamente con la rigidez, o con la represión porque es el extremo opuesto,
quizá del que se queja la mayoría de los hijos o de las mujeres, del exceso de
la rígeles en el mando. Debe existir porque es un punto de equilibrio, donde
hay unilateralidad, sea paterna o materna, algo se desajusta, creo que el
equilibrio es lo mejor. La figura del padre ya no es tanto como la del
proveedor sino como la del patriarca en el sentido bueno de la palabra, el que
sabe cosas, el que las ha vivido, el que tiene experiencias y el que puede
guiar, en el sentido de guía es fundamental.
JB: ¿Qué emociones pertenecen a esta expresión de nuestra
masculinidad?
IT: Mira, hay algo sintomático o notorio, se fomenta en los niños
desde pequeñitos, desde el kínder creo, el sentido, de sus derechos de niño, de
sus derechos humanos (y eso raya en lo grotesco a veces) si uno abraza o
apapacha a su hijo, se puede tomar, o se toma de hecho, como una agresión con
matices sexuales. Es uno susceptible de ser acusado, eso nos está marginado de
la idea filial original, si uno alza la voz para demostrar que debe actuarse de
determinada manera, según criterios de norma, puede ser acusado de abuso, de
daño o de delito, eso me parece grotesco. Yo soy feliz apapachando a mi hija,
que es pequeñita, de abrazarla, de acariciarla pero siempre puede venir una
reacción de su parte, de oler algo pecaminoso que le han inducido en entorno
escolar y eso nos limita, y afecta, y atenta en el sentido, no entiendo
exactamente por qué, los abusos sexuales generalmente en familia, con gente
cercana pero me parece una exageración que se limite la figura del padre. No
conozco, excepto en casos de sicóticos,
que son especiales aquí y en todas partes, que uno se acerque a su hijo con
intenciones perversas sino más bien de amor
JB: Nos acusan de abusadores o de autoritarios, ¿cómo debemos ser?
IT: Ni modo, los tiempos nos tendrán que orillar a buscar puntos
medios porque cada día el poder, y en eso yo insisto, las mujeres han mandado
en México siempre en todos los terrenos, en el político no porque no se notaba,
pero es un hecho de que “atrás de cada hombre hay una hija de la chingada” es
cierto, sino no funciona. Lo que pasa es
ya ahora salen al público y abunda. Yo lo veo en las universidades, una cosa
rara que se llama Estudios de género. En la cámara de diputados y senadores
existe esa porción de legislación sobre género, pero en el fondo ellas mismas
se están encargando de magnificar las cosas, ellas son las que marcan las
diferencia de género, al alzarse en su feminidad como originalmente víctimas,
se vuelven victimarias, y eso es grotesco, se van a los extremos y los extremos
siempre son perjudiciales. Que somos una sociedad machista, yo creo que eso ha
sido pero por patrones culturales. Hace unos días la revista Nexos hizo una encuesta entre críticos y
escritores para saber cuáles eran las mejores treinta novelas hechas en México
(a propósito de los 30 años de vida de la revista). Los resultados fueron muy
claros el predominio de autores sobre autoras, y fueron las mujeres escritoras,
yo leí por lo menos siete artículos furibundos quejándose, acusando a los
críticos, a los encuestadores, a la revista de machistas porque no había
mujeres prominentes, y yo me pregunté, y lo repito, y con toda honestidad
porque mi trabajo es hacer crítica literaria, ¿Existe realmente una novela de
autora mexicana superior a Terra nostra o
Noticias del imperio? No la hay, pero
eso no es mi culpa que en sus orígenes haya sido así es obvio, ¿por qué no hay
grandes compositoras de las consideradas clásicas de música, por qué no hay
grandes pintoras del siglo XVI o XVII? Todo eso pertenecía a los hombres sí, lo
sé, eran factores culturales, el arribo de las mujeres al arte a la educación es
prácticamente reciente. En México lo estamos estrenando apenas pero no es
nuestra culpa son los segmentos de la historia, pero ahora tratan de
reivindicarlo todo de un golpe y el problema no es éste. Tienen todo el derecho
y qué bueno, yo estoy de su lado, el problema es que tratan de invertir los
papeles, sojuzgar. No te topes jamás, no te lo deseo ni ti ni a ninguno, con
una agente del Ministerio Público mujer, o con una jueza. Lo toman como una
afrenta personal si el litigio es sobre el maltrato a una mujer, ya no digamos
una violación, te mandan al cadalso inmediatamente sin buscar ningún modo de
atenuante
La Literatura no tiene sexo
JB: ¿Tú crees que la literatura se valora más por ser escrita por
mujeres que por su calidad?
IT: He visto esto ya que soy profesor universitario de literatura,
y como participo en coloquios, programas de becas como jurado en concursos,
siempre sale a relucir ese favoritismo de las mujeres por las mujeres, es decir
hay una complicidad. Yo jamás pienso,
cuando juzgo un libro, en si lo hizo un hombre o una mujer. Pienso, digo un
lugar común, pienso que la literatura es como los ángeles, la literatura no
tiene sexo, es buena o mala, o extraordinaria o es pésima la haga quien la
haga, pero ellas suelen tomar esa bandera fomentadas por los grupos feministas
instalados en universidades, en colegios, en instituciones. Organizan con
frecuencia coloquios certámenes sobre literatura femenina, publican libros
donde se ve al hombre como al enemigo y eso me parece un desatino, se quejan
mucho cuando pasan cosas como la encuesta de Nexos, piensan que uno está actuando deliberadamente “no vamos a
hablar de fulana sino mencionemos a sultana”, eso no es cierto, es por la
calidad. Me duele decirlo, la mayor parte de las escritoras mexicanas vivas son
mis amigas, lo digo sin cortapisas, no tenemos una autora mexicana, por lo
menos viva, a la altura de Marguerite Yourcenar, de Elsa Morante, de Natalia
Ginzburg, de Flannery O’ Connor, no las hay de ese nivel y no es nuestra culpa,
y tampoco lo hemos impedido u obstaculizado que eso pueda ser. A las escritoras
mexicanas se les ha acusado, la crítica en general, seria, no tendenciosa ni
mucho menos machista, de que su ámbito temático es muy pobre, muy limitado, es
decir no escriben más allá de las costumbres del hogar de la cocina, de la
alcoba y de líos conyugales. ¿Quién hace una epopeya como la que hizo Marguerite
Yourcenar de las Memorias de Adriano?
o cosas así que trascienden, ¿quién hace un Noticias
del Imperio? Es decir, son muy buenas escritoras pero tienen que dar el salto y eso no se va a dar
de la noche a la mañana y no se va a dar tampoco con proclamas y con banderas
feministas o feminoides, se hace con trabajo, con arte, con estética, que lo
pueden hacer ya, y es por esto que estoy diciendo no debe tomarse como una
postura machista. Fíjate que hace años en un coloquio sobre literatura una
profesora gringa se encargó de mis Crónicas
romanas y el análisis que hizo las despedazó, las hizo giras, decía que no
son crónicas sino novelas por entregas. Yo tengo bien a bien que no sabe lo que
es la crónica pero eso no me escandalizó es el hecho de que me acusaba de
machista, lo que ignora es que yo amo a las mujeres y las celebro, si las
situaciones eran machistas las eran por sí mismas yo era sólo un humilde
cronista que daba cuenta de los hechos, que no los propiciaba. Me acusó de las
cosas más horrorosas del mundo, hasta que después me enteré que la crítica
estadounidense es activista feminista y lesbiana, entonces estaba viendo todo
desde el cristal suyo y fui la víctima, pero pasa todo rato. Yo jamás
escribiría un libro para acusar a una mujer de feminista o de machista al revés
JB: ¿Hay libros en México, escritos por autores masculinos, que
hablen de los sentimientos de las emociones de un hombre, de estas
contradicciones que cada vez son más acentuadas sobre nuestra masculinidad?
IT: No como una propuesta. No recuerdo de momento algo así, si se
da, se da de manera circunstancial, es decir no es el punto, es algo que viene
por sí solo en medio de otras cosas, nadie que yo sepa se propone un libro en
esa dirección, si sale, salió. La búsqueda del ser humano, de la existencia eso
es otra cosa pero no digamos en términos de masculino o femenino, de eso hay
muchas exploraciones, recuerdo el libro de Garibay que se llama Beber un cáliz , es una novela
autobiográfica sin duda sobre la muerte de su padre. Sin duda, ahí se ve la
pérdida de algo muy importante para el narrador, que es sin duda alter ego de
Ricardo pero eso nos lleva más allá no es la pérdida del señor Garibay que era
un ogro y una fiera, un fatigador, un dominador, un opresor, sino que nos lleva
exactamente a la idea de la muerte del padre; es decir, porque nosotros vamos
para allá, vamos a sustituirlo en el papel de padre y luego en el papel de
muertos, de ausentes. Qué otra cosa nos dice el poema de Sabines “Algo sobre la
muerte del mayor Sabines”, es la búsqueda no de la masculinidad, sino de la
figura paterna. El otro Jaime, Jaime Labastida tiene un enorme gran poema sobre
su padre. Y hay búsquedas en este sentido, me hace recordar algo paradójico
mira, Josefina Vicens que es una notable novelista, en su novela El libro vacío, su personaje es un
oficinista llamado José García, que quiere escribir para hacer alguien en la
vida, él considera que escribir un libro lo va a sacar de la grisura, de su
chatura de todos los días y, paradójicamente, es uno de los personajes
masculinos más impresionantes de la literatura mexicana concebido por una mujer
y esas son las paradojas a las que nos llevan estas charlas por ejemplo ¿no?
Uno no puedo pensar en José García como un producto de una casualidad, hay
algo, hay un enfrentamiento entre la imagen masculina y la femenina que está
latiendo ahí. Esa grisura, ese salir de ahí, es un personajazo, curiosamente
hecho por una mujer. Y te puedo mencionar muchos libros pero no creo que sea
tan definida la propuesta de decir, quizá no tarda en ocurrir, “yo voy a hacer
un libro totalmente macho para rescatar mi bandera masculina”. ¿Qué pasa con la
literatura de los homosexuales? Generalmente esa sí lleva un propósito
reivindicativo, con justa razón porque ha sido humillados, ofendidos, juzgados,
sometidos, despreciados, marginados, todo lo que termine en “ados”, vapuleados.
Entonces en mucha de su literatura se ve ese propósito de reivindicación, en el
terreno político pero también existencial, humano, humanístico. Qué bueno que
lo hagan, siempre y cuando no se vuelvan delirantes, es decir, todos tenemos
que ser homosexuales porque sino el mundo no funciona, son los extremos. Mira,
la literatura de tema homosexual en México tardó muchos años para ser asunto
público, hasta los setentas era clandestina, edición de autor, fue El vampiro de la colonia Roma de Luís
Zapata el que abrió las puertas de esos clóset y ahora hay literatura de
lesbianas, lo que antes era tabú; entonces se entiende que en sus primeros
pasos sean de reivindicación. Con en la literatura chicana, que es un fenómeno
muy reciente, es decir la hecha por estadounidenses de ascendencia mexicana (lo
digo porque yo estudié ese fenómenos) todos los primeros libros eran bastante
malos. Las novelas chicanas eran muy malas porque no eran productos que se
quisieran estéticos o artísticos sino proclamas políticas de reivindicación:
“mírenos pobrecitos, cómo nos tratan los pinches gringos blancos, los
anglosajones” entonces una vez que superaron ese alarido justificado ahora
hacen una literatura como tal, sin propósitos otros que ser arte. Le pasó a los
negros, gringos. Claro, si tú lees a Richard Raid, a James Baldwin, Ralph
Ellison, sus primeras novelas son buenas novelas pero sobre todo son alegatos
contra la discriminación, ahora ves a Toni Morrison, y a tantísimos autores
negros estadounidenses, y ya se olvidaron de eso, de la lucha política, ahora
hacen arte que salga la negritud es inevitable pero ya no es el principal foco.
Qué bueno que me preguntas eso, yo no veo todavía que haya literatura con
propósitos de reivindicación masculina pero seguramente vamos a tener que
hacerla, sacar la bandera, hacer manifestaciones del orgullo masculino porque
somos absoluta minoría.
Los cimientos de lo humano
JB: ¿Ahí no cabría literatura como la que a veces hace Eusebio
Ruvalcaba, Fadanelli que a veces también han sido atacados por “machistas”, o
tú mismo, no cabría esa gente que explora en los sentimientos, dentro de la
emoción, del universo de lo masculino?
IT: No. No se trata de hurgar en los cimientos de lo masculino
sino de lo humano, la envoltura para mí es lo de menos. Ha habido perversiones
tremendas o desquiciamientos que conducen a actitudes deplorables las haga
quien las haga, sea hombre o mujer, entonces yo creo que la búsqueda literaria
no debería ir en el forro, en quién se aglutina eso, sino de por qué esos
asuntos humanos o psíquicos o espirituales o como quieras llamarle se dan, no
importa en quién; viendo por ejemplo en personajes femeninos que parecen
diabólicos como las hermanas Baladro, de Las
muertas de Ibargüengoitia, de las Poquianchis, que paradójicamente una se
llama Arcángela y la otra se llama Serafina, verdaderas hijas de la chingada,
pero también pienso en los personajes de Ruvalcaba, de Fadanelli que los
mencionaste: sicópatas, oligofrénicos. El demonio está dentro y el demonio toma
forma de hombre o de mujer, eso no tiene distinciones, ve personajes como las
narcosatánicas, Sara Aldrete, en Me
llaman la narcosatánica, y es escalofriante; eso no creo que lo haya
dispuesto su condición femenina, que quizá tuvo algo que ver sí, y la
contraparte está, existe, el ser humano ese sí en cuanto a maldad, o en cuanto
a bondad es un híbrido: los personajes más buenos de la historias, buenos de
bondad se han dividido en hombres y mujeres de eso no queda la menor duda pero
el mal suele encarnarse en figuras masculinas generalmente, y eso por qué, no lo
sé.
JB: ¿Podrías recomendar algunos libros a quienes a lo mejor anden
en busca de su masculinidad, donde haya personajes masculinos fuertes, que
sería interesante revisar o que leyeran?
IT: Hay personajes masculinos muy importantes fundamentales y
otros que nos son masculinos pero que también son fundamentales, sobre todo los
que se basan en personajes históricos, pero no es una reivindicación de lo
masculino sino de lo humano, pienso en
Jesucristo, cuyos cronistas fueron los Apóstoles, ese es un gran personaje.
Creo que la Biblia es un de los mejores libros, ahí se contiene el gran poema
erótico, acaso pornográfico de la historia de la humanidad hasta nuestros días:
El cantar de los cantares, es una voz
masculina cantándole a una mujer, ahí
está la dualidad, ¿quién gana?: ¿la mujer que suscita eso o el hombre que lo
acata?, ¿quién domina o quién propicia todo esto? Otros personajes son los
emperadores romanos, dentro de su perversión, dentro de su yo soy yo, en el
fondo no están buscando la glorificación de ellos mismos sino de lo humano para
equipararlo al nivel de dioses, por eso Calígula hace lo que hace, por eso
Nerón, por eso Adriano, tratan de volverse dioses terrenales, afirmarse. Pero
siempre tienen problemas de homosexualidad, es la paradoja, ¿cuál es nuestra
idea católica cristiana de dios? Es masculino, si nos remitimos a otras
religiones la figura todopoderosa, la deidad es masculina, en las politeístas
se dividían la chamba: Coatlicue, la diosa de tal y tal, pero en las
monoteístas generalmente son varones. ¿Por qué esa idea de que somos machistas
por naturaleza desde tiempos remotísimos?... No lo sé. Libros en ese sentido me
cuesta mucho trabajo, y no porque me vayan a acusar de machista sino porque yo
no veo en esa polarización. Te puedo hablar de una novela, otra vez, de Ricardo
Garibay que se llama Par de reyes,
los personajes son de una fuerza impresionante, son dos hermanos pistoleros,
bandoleros, asesinos pero por las circunstancias pero detrás de ellos quien les
dice “sean asesinos y venguen la muerte de su padre”, es la mamá, de manera que
esos pillos, desalmados que son capaces de matar no son ellos mismos, son la
proyección de la mamá, y ahí habría que
ver cuál es el propósito del autor, a quién quiso magnificar. Ahí el personaje
que sobresale es la señora, entonces me cuesta mucho trabajo. En las novelas de
Dostoievsky donde está el mal encarnado es en un personaje masculino,
Raskolnikof, incluso asesina a una mujer que lleva las culpas pero no altera
mucho las cosas si alteramos el género y en lugar de Raskolnikof que sea
“Rascolnikofa”, pasaría lo mismo, el conflicto permanece. Y cambiemos de género
a grandes novelas de la historia y veremos que el molde, la caparazón, no es lo
determinante, sino que todo viene de adentro. Pero, por lo pronto, yo celebro
que haya las posibilidades masculinas o femeninas y lo de en medio, el híbrido.
Y prometo que me voy a adherir a la próxima marcha masculina que haya.
JB: Para puntualizar ¿qué significa ser hombre en la sociedad
actual?
IT: ser hombre con mayúscula o con minúscula. Con mayúscula es
formar parte de un complejo engranaje, no somos sino parte de un todo; y hombre
con mayúscula es buscar una plenitud, una aspiración total en todos los
sentidos, que va de lo físico a lo espiritual y no el ser un hombre en el
sentido machista, sino ser alguien, alguien también con mayúscula en todos los
terrenos, en el científico, político, el humanístico, cotidiano, es decir
buscar la proximidad al hombre como lo más grande que se pueda hacer, pero ojo,
en esto también tienen que ver las mujeres. Ser mujeres no feministas nada más,
sino en todo el concepto grandioso de la palabra y en esto volvemos a
emparentarnos. El destino no les pertenece a uno y a otros, el destino nos
pertenece a todos, incluyendo a lo que se mueven en medio de ambos polos, sean
negros o sojuzgados, a los ofendidos y humillados que también les corresponde
ser Algo con mayúscula. Sería muy mezquino, y muy reduccionista pretender ser
hombre porque me da la gana.
JB: ¿Algo que quisieras agregar?
IT: Una frase que digo mucho y que me significa borradorazos,
jitomatazos: “Amo a las mujeres pero detesto a las feministas”.
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