Porque soy la palabra inconclusa, la frase que no alcanza su sentido, los tres puntos suspensivos y el silencio.
Hace mucho perdí mi sombra en una calle que va a ninguna parte (siempre me gustaron más los callejones que las avenidas).
Aunque a mis espaldas me digan inepto, lambiscón y borrego, tú puedes llamarme licenciado.
Porque mi corazón es una lata vacía de sorpresas.
Mi fidelidad de reloj checador me mantiene de nueve a seis y de lunes a viernes firmemente unido al escritorio.
Me enternece la llegada de la quincena y me excita el contoneo de los bonos y las compensaciones.
Y si me llaman perro, le muevo mi colita al aguinaldo.
Porque mi corazón es una lata vacía de sorpresas.
En un sueño vi al Maestro de barba larga y túnica blanca. Me dijo que la vida nos desengaña a todos. Y desde entonces mi alma aprendió a dar las nalgas.
Aspiro a ser por fin una estadística que encuentre su significado en un informe.
Así que por todo esto y lo demás, ya puedes regalarme una corbata en Navidad.
domingo, 6 de diciembre de 2009
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Eres un gran escritor, cabrón. Siento un gran orgullo ser tu seguidor. Gracias por estos regalos tan grandes. Un fuerte abrazo.
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