
En Nueva York y en Madrid está causando furor una nueva costumbre vegana: una cena de 25 mujeres desnudas y desconocidas, que por 80 dólares tienen derecho a tres platillos y a la convivencia “al natural” para disfrutar de comida y ejercicios de respiración. Afirma la organizadora, la activista y modelo Charlie Ann Max, que este tipo de reuniones son una experiencia liberadora y transformadora que ayuda a “liberar tensiones y estrés, a conectar con las emociones y a acceder a un sentido más profundo de la conciencia de uno mismo".

Esta exclusiva costumbre de mezclar el nudismo y la comida, tan antigua como gozosa, ya es referida por el latino Cayo Suetonio Tranquilo (70-126 ddC) en su libro Vidas de los Doce Césares, en el que se narran los defectos y excesos de 12 emperadores romanos, Suetonio comenta que Tiberio Nerón, tercer César, siempre que se encontraba lejos de la capital se entregaba a toda clase de excesos y que gustaba de cenar atendido por bellas esclavas desnudas.
En el París del siglo XVII, la legendaria Ninon de Lanclos, aristócrata, cortesana y escritora, se vuelve famosa por su cocina, sus exquisitos atuendos y sus artes amatorias. Ella instituye el petit-souper, una pequeña cena en los burdeles de los ricos, en los que las madames competían por ofrecer exóticos menús a sus clientes. Se cuenta que años después, el Duque de Richelieu (Armand Jean de Vignerot du Plessis) lleva la idea hasta sus últimas consecuencias y en sus reuniones privadas, él, sus amigos y sus damas, practican rigurosamente el nudismo a la hora de la cena.
Ya en la segunda década del siglo XX, cuenta el español Luis Buñuel en sus memorias, era muestra de distinguida anfitrionía entre las estrellas de Hollywood, organizar cenas atendidas por mujeres con escasa o ninguna ropa. Dice el gran cineasta que por ese motivo a él y dos paisanos suyos también dedicados al séptimo arte, les entusiasmó una invitación a cenar en la mansión de Charles Chaplin, en Pasadena, California. A la reunión asistieron tres hermosas rubias veinteañeras que poco caso hicieron de los invitados y terminaron peleándose a golpes por los favores del propio Chaplin, hasta que en medio del escándalo fueron despedidas de la mansión para desgracia de los españoles que se quedaron sin rubias y sin cena.
Sin duda han sido los nipones quienes han llevado esta costumbre a su mayor refinamiento con el Nyotaimori, que es la práctica tradicional de comer sushi o sashimi sobre el cuerpo desnudo de una mujer. En esta ceremonia de arte erótico-culinario, los platillos japoneses son dispuestos armoniosa y delicadamente sobre las partes más suaves y estables de un cuerpo femenino que yace boca arriba. Aunque esta práctica ha recibido el rechazo y la crítica de los grupos feministas, aún se puede llevar a cabo en restaurantes muy exclusivos del país del Sol Naciente.
Esperemos que en un futuro próximo, un visionario empresario mexicano se atreva a reivindicar a las mujeres abriendo cantinas atendidas por esculturales meseras y meseros desnudos y, de ser posible, se ofrezca un sucedáneo masculino del Nyotaimori, en el que las mexicanas puedan degustar los más sabrosos antojitos sobre un cuerpo masculino, pero eso sí previamente rasurado, para no encontrarse con un pelo en el guisado.
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