domingo, 5 de febrero de 2023

Historias de un futuro Indeseable


La colección 3 de 3 tiene como propósito dar a conocer la producción de los integrantes del taller Eusebio Ruvalcaba, taller de creación literaria fundado y dirigido en 2003 por el propio escritor Eusebio Ruvalcaba (Ciudad de México 1951-2017).

Tres textos de tres distintos autores, para solaz y esparcimiento de lectores de cualquier edad y condición social. En este número presentamos cuatro cuentos, uno más del gran Agustín Ramos, que se inscriben en la literatura de anticipación o ciencia ficción. En ellos abordamos la manera en que la tecnología se ha convertido en un arma de doble filo para la humanidad. En la espada láser que nos ha servido para vencer los obstáculos que nos presenta la naturaleza, pero también en la Espada de Damocles que ha venido anticipando el deterioro del mundo y sometiéndonos a una dependencia que en ocasiones resulta mortal.

En cada una de sus historias, Ramón Ojeda, Agustín Ramos, Jorge Arturo Borja y Pablo Lorenzo Doria, registran la deshumanización a la que nos ha conducido el desarrollo tecnológico sin conciencia, a la par de la humanización de las propias máquinas. Estos cuentos nos demuestran que el futuro, como un intruso indeseable, ya se encuentra instalado en nuestra propia casa.

A continuación presentamos el cuento de Pablo Lorenzo Doria que se publica en estas Historias de un futuro indeseable:


Robot 32me-x
Por Pablo Lorenzo Doria

Fue creado en la fábrica de la empresa Yatshu, con el número de serie 32me-x. Su función era hacerle compañía a los seres humanos. Para tener uno, se tenía que llenar la forma con la información de la edad y domicilio; la empresa lo mandaba directamente. Los robots empezaron a ser pedidos, por orfelinatos y por las personas mayores. Después se les encontraba uso en algunas oficinas, a pesar de que en éstas, ya se contaba con robots mensajeros.

Uno de estos robots fue llevado a casa de una mujer mayor a las afueras de la ciudad de Yorukawa. Cuando llegó, la señora Nanyi lo recibió como si fuera un gran regalo. Los hombres del servicio lo encendieron y con un sonido grave inició su sistema

Paredes blancas, muchas esculturas de animales, fotos y algunas pinturas. Para el robot todo era nuevo. Vio a Nanyi, y enseguida usó su sistema, guardó su imagen y la tomó como su dueña.

—Soy la unidad 32me-x, puedo ayudar en funciones de entretenimiento y puedo hacer trabajos domésticos. Además…

Ella cortaba la presentación, y le decía al robot que la siguiera. Ella hablaba y le iba explicando cada una de las habitaciones, y en que podía ayudar. De baja estatura, vestida con pantuflas, un suéter blanco, y con gafas en la nariz. La Señora Nanyi dejaba un olor entre talco y perfume por donde pasaba. La unidad 32me-x la siguió con movimientos cortos. Mientras grababa la voz de ella, y tomaba imágenes y medidas de la casa. Creaba un mapa del lugar para moverse con más facilidad. Grababa la voz de Nanyi

en la memoria de información. Ella le hablaba sin importarle que fuera un robot. Comenzaba a hablar de sus nietos, hijos y amigos. Registró lo que era una taza de té, y que era esa bebida, cuando se sentaron en la mesa.

—Mi hija se llaman Kaya, y mi hijo Han, los dos tienen hijos, ellos se llaman...

La unidad 32me-x grababa todo y buscaba más información de ellos en internet. Con todo ello podía hacer un perfil de cada uno de los familiares y amigos, y crear árbol genealógico y buscar los gustos de cada uno. Su dueña le terminó de hablar. Le dijo que mientras tanto buscara las reglas para jugar canasta.

—Voy a ver mi novela, mientras te sentaras junto a mí.

32me-x se sentó en el sillón, grabó todo el sonido y las imágenes de aquellos momentos para poder ir recopilando los programas que a ella le gustaba ver.

De sus varios comandos, había tres muy importantes: No hacer daño, cuidar a los humanos, y no dañar a otro ser robótico. Y uno especial: de entretenimiento. Tenía reglas de juegos de mesa, video juegos, tanto

antiguos como nuevos, y podía crear otros nuevos. Tenía capacidad de recibir mensajes y escribirlos, o abrir pantallas de escritura y dibujo

También se conectaba al internet y podía reproducir películas y música. Después de un par de programas, ella apago el televisor, y le empezó a mostrar fotos de sus nietos, de sus hijos, de su juventud. El robot observaba todo y lo grababa; la voz tranquila y cálida de Nanyi era grabada por separado, ya que para el robot su voz era más clara que las voces que nacían de las paredes-pantalla. Pasaba las hojas del álbum, lentamente una a una, y cada una tenía una historia especial. Las fotos llegaban a un momento en donde el color era sustituido por los tonos sepia. Ella prefería guardar aquellas fotos a pesar de que existían las pantallas-fotos, y que se podían proyectar sobre cualquier pared de la casa, y crear el efecto de cine.

Las horas pasaban, la luz del día se iba lentamente, el robot notó ese cambio en la luz, lo registró como: cambio de temperatura y densidad del aire. Los diferentes colores del atardecer, fue lo que grabó por separado, como una pequeña animación.

Con un par de días, él ya tenía registrado el horario de sueño, los alimentos de preferencia, los horarios de televisión y radio. Comenzaba a entender qué era eso de cocinar, no sólo en video sino ver cómo Nanyi lo hacía. La tarde del sábado: puso un mantel en la mesa, sacó bebidas, alimentos y frutas, tazas y vasos. Le pidió al robot que pusiera en su sistema las reglas para jugar naipes, un juego llamado canasta. Enseguida buscó todo acerca del juego, reglas, videos, la historia del juego, etc. Momentos después el timbre sonó. Las amigas de Nanyi entraban platicando. Ella presentó el robot a sus amigas, él saludo con una voz de su sistema, “Bienvenidas”. Las mujeres se rieron y halagaron, acto seguido se sentaron a jugar. 32me-x se sentó y comenzó a repartir los naipes, las demás las acomodó para que ellas no tuvieran que revolver, o volverlas a acomodar. Las risas y pláticas iniciaron con el juego de canasta. Él grabo todo lo que pasaba, las risas, los gestos. Analizó los rostros de ellas junto con los de la anfitriona, con las fotos de las sonrisas, encontró la palabra “alegría”, y así creó un nuevo escenario de diversión en su memoria.

Las horas pasaron, los alimentos y bebidas se redujeron en número. El robot se dio cuenta que el alimentarse también era una cuestión de gusto. Algo extraño pasó. Él dejó de hacer su trabajo, vio el agua caer desde el cielo. Sin que le dieran ninguna orden, se levantó, se acercó a la ventana. Grabó el efecto natural, la temperatura y la luz disminuyeron. El conjunto de gotas al caer parecía estar creando una melodía como una pequeña sinfonía de agua que caía del cielo. Nanyi se sorprendió de que se hubiera levantado así de pronto. Fue por él y lo llevó a la mesa de nuevo, sin problema el robot siguió repartiendo las cartas, y puso música como ella le ordenó.

Al día siguiente un técnico de la empresa Yatshu fue a revisar al robot, y no encontró nada diferente. El técnico revisó los videos grabados dentro de su disco interno, y las fotos e información acumulada. Fuera de eso no encontró nada descompuesto. Esa misma noche, cuando 32me-x revisaba sus funciones, escuchó que Nanyi hacía un extraño sonido. Sin saber por qué, fue a donde estaba ella. Sentada, con algo en sus manos. El robot se acercó, ahí vio dos gotas de agua salir desde los ojos de ella. No entendía qué era eso. Sabía que los humanos no podían crear lluvia, pero él veía lo contrario. Lo que traía en las manos era una foto, en ella se veía la imagen de un hombre. Ella lo volteó a ver, se quitó con la mano aquellas gotas de lluvia de su rostro.

—Él es Gin... o era... mi esposo —Nanyi hablaba tratando de no llorar.

Ella abrazó al robot, él no supo qué hacer, sólo la imitó, la abrazó. Analizó aquella imagen de las gotas en su rostro en el sistema, encontró que podían ser resultado de algo que encontró llamado “tristeza: efectos y causas”; después, él aumentó la temperatura de su cuerpo para hacerla sentir mejor. En la noche el robot 32me-x comenzó a buscar todo acerca de aquellas palabras, y encontró lo contrario: “alegría”. Estuvo toda la noche viendo videos, textos, películas, y pinturas sobre las dos palabras.

Al día siguiente Kaya y Han llegaban a casa de su madre. Han se acercaba al robot, apretaba algunos botones ocultos en su cabeza. Una pantalla se abrió, escribía ciertos comandos en la pantalla, después, la cerró. Esto había sido una actualización para poder reconocer olores. Han trabajaba en sistemas más complicados que este robot

—Ma, tienes un robot viejo —decía Han revisando otras secciones del robot.
—No hijo, ya te dije que está bien.
—Cómprate el nuevo M1-Plasma, puede crear escenarios virtuales —comentaba Kaya, mientras abría una especie de libro-celular. Atrás entraban dos niños pequeños acompañados de un perro robot. Ryu y Lian- lu, hijos de Han, sobrinos de Kaya.Nanyi bajaba de su cuarto con un vestido amarillo con líneas rojas. 32Me-x notaba el cambio de ropa. De nuevo analizaba la tela, la fuerza, la resistencia de ésta. Encontraba el método de creación de estos vestidos. El perro robot se acercó a él, los dos intercambiaron datos de la familia. Analizó fotos y videos, no sólo de ellos, sino de otros seres vivos que no eran humanos. En el intercambio encontró la palabra “amistad” y “hermandad”.

—¡Ya vámonos!, ya todos están todos en Pau-Yuan —Kaya recibía un video en su libro-celular de la confirmación de que la familia estaba esperándolos en el restaurante
—Sí, vámonos, el primo Yan-hu se come todo el pato dulce —decía Han, que dejaba de revisar al robot.

Los hermanos Ryu y Lian-lu se empezaban a empujar y molestar, no podían estar quietos mucho tiempo

—¡Ya voy!, ¡ya voy! —Nanyi se ponía perfume, y tomaba de la mano a Ryd, y el papá tomaba de la mano a Lian-lu para que dejaran de pelear. 32Me-x guardo el olor del perfume, y lo analizó químicamente. El perro robot le ladró cuando todos se fueron.

Pasaban los días y el robot no veía que Nanyi salir de su cuarto. Sabía a qué hora era su novela, a qué hora prefería tomar su baño, y nada de eso estaba pasando. Subió a su recámara, abrió la puerta. Ahí en su cama, sin moverse, la vio. Se acercó a ella, su rostro estaba pálido, sus ojos estaban cerrados. El se acercó a ella, notó que su calor corporal no era el mismo.

Buscó algo de información en el sistema, ésta decía: “Se detiene el corazón, la corriente eléctrica interna del cuerpo se detiene, los órganos vitales dejan de funcionar, el cerebro se apaga y el calor corporal desciende, y el cuerpo no tiene temperatura”.

Ahí encontró las palabras: “Vida y Muerte”. 32me-x tomó la mano fría de Nanyi, trató de calentarla aumentando la temperatura de su mano mecánica. Al ver que no pasaba nada, el robot proyectó la película de la lluvia caer sobre la cama, junto con todas las imágenes y fotos que había vivido al lado de ella.




Nota acerca del autor: Pablo Lorenzo Doria nació el 7 de septiembre de 1978. Diseñador gráfico de profesión, dipsómano de nacimiento, mejor conocido por el seudónimo de Pablotaz, ha publicado cuentos en las revistas en línea Kaja Negra y Transitante. Textos suyos se han incluido en las antologías Sangre Enamorada (Eterno Femenino, 2013), Los 43 (Los Bastardos de la Uva, 2015) y Piedras Heridas (P
orrúa, 2017).


El autor de las ilustraciones es Ramón Ojeda: docente, escritor y dibujante que ha colaborado en diarios y revistas de circulación nacional, además de exponer su trabajo gráfico en algunas casas de cultura. Ha publicado una veintena de libros de temática varias desde caricatura y libro-comic hasta textos de divulgación y antologías literarias; en estas última ha escrito cuento, crónica y poesía. Desde hace dos décadas trabaja en una institución educativa particular.


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