En este espacio se comentan
brevemente los libros de reciente aparición en librerías de la Ciudad de México.
La editorial Grijalbo acaba de
lanzar al mercado el último libro de Miguel Ángel Granados Chapa: Buendía, el primer asesinato de la
narcopolítica en México.
Escrito por un clásico del
periodismo mexicano fallecido apenas el año pasado, aborda de manera bien
documentada la trayectoria y la muerte de otro clásico del periodismo mexicano:
Manuel Buendía.
En 286 páginas, se narra amena y
ágilmente una vida dedicada al quehacer periodístico. Comenzando por el día de
su muerte, y con un arranque de thriller,
se hace un recorrido por los orígenes y la formación de uno de los más célebres
reporteros y columnistas de la prensa mexicana. Su paso por las redacciones, su
trabajo como funcionario público y como docente universitario, así como la
enorme influencia que su columna “Red Privada” llegó a tener en la sociedad
mexicana de los años setenta y ochenta.
Las investigaciones sobre la CIA
en México, la corrupción en Pemex, el cacicazgo de Rubén Figueroa y el
narcotráfico, entre otras, convirtieron a Manuel Buendía en el columnista más
leído del país, pero también en uno de los periodistas más expuestos a la
venganza de los poderosos.
Se habla de la perversa relación
entre políticos y periodistas y, cómo ocurre muy a menudo en nuestro país, de quienes
desde los medios de comunicación defienden los particulares intereses de la
clase política. Así mismo se documenta la penetración del narcotráfico en la
esfera gubernamental durante el sexenio de Miguel de la Madrid, lo que vuelve
comprensible, a ojos del lector, que México haya acabado convirtiéndose en un
narcoestado.
En este libro también se demuestra
uno de los mayores defectos nacionales, la inquina nacional que impide el sano
desarrollo de los mexicanos más talentosos. En este país ser honesto y destacar
en alguna actividad es un pecado imperdonable. Se puede ser deshonesto y
destacar o ser honesto pero oscuro y jodido (ya lo dice el dicho “el que no
tranza no avanza”). Sin embargo triunfar y ser honesto es una combinación casi
imposible en una sociedad tan corrompida.
El último capítulo se sumerge en
los entresuelos de la política para revelar la manera en que José Antonio
Zorrilla Pérez, jefe de la Dirección Federal de Seguridad de aquel sexenio,
planeó y ejecutó la muerte de Manuel Buendía. Crimen que, por cierto, fue
aclarado gracias a la presión del gremio periodístico (en donde Granados Chapa fue
una presencia fundamental por medio de sus columnas) y a la singular coyuntura
que se originó con el asesinato de Enrique Camarena, agente de la DEA, por
órdenes de Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Amador, conocidos
narcotraficantes y clientes del señor Zorrilla.
Al final vienen como apéndices algunas columnas de la famosa “Plaza
Pública”, de Granados Chapa, en la que basado en argumentos jurídicos se impugna
la preliberación del siniestro Zorrilla Pérez. Desafortunadamente Granados Chapa murió antes de ver concluido
este libro que, con una investigación acuciosa y un acabado estilo, hace
patente la admiración y el cariño que sólo un discípulo y compañero de
distintas batallas puede sentir por su semejante.
La lectura de este texto deja en el aire una triste interrogante. Aunque
el panorama político ha empeorado con la irrupción del narco y la evidente
pauperización de la mayoría de la sociedad mexicana, los actores políticos siguen
siendo los mismos que condujeron al desastre. Manuel Bartlett, que en aquel
entonces fue Secretario de Gobernación y jefe del mencionado Zorrilla, a pesar
de las sospechas por el asesinato de Buendía, ahora despacha como senador por
el Partido del Trabajo. ¿Es posible
esperar algún cambio en la política con los mismos personajes de siempre?
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