domingo, 3 de octubre de 2010

Atrás de mí sólo estoy yo

(Entrevista con Rafael Mendoza para la serie Entre hombres sin vergüenzas de Radio Educación).

Nació en la Ciudad de México y desde muy joven eligió el camino de la música iniciándose en el círculo de la Nueva Trova. Es ampliamente conocido como compositor e intérprete. Su versatilidad le ha permitido probar con fortuna ritmos tan diversos como el blues, el bolero, el bossa nova, la canción afroantillana, el son mexicano y la canción ranchera.

Desde su primer disco Mendoza y Macondo (1987) y hasta los otros tres que le siguieron (¿Qué me pasa?, 1997; Fin de Siglo, 1999 y Esta Locura, 2003), Mendoza ha apostado por una constante renovación que lo ha llevado a presentarse con éxito en el Lincoln Center de Nueva York, en el Centro de las Artes de Eagle Rock en Los Ángeles, California, así como en distintos escenarios de Marsella, Francia, y Barcelona, España. Entre los intérpretes más conocidos de sus canciones se encuentran Eugenia León, Betsy Pecanins, Amparo Ochoa, Óscar Chávez y Salvador “El Negro” Ojeda.

En la intimidad de su casa, mientras acaricia a su enorme gato, Rafael responde a las preguntas con la serenidad de un viejo pescador que estuviera de vuelta de su jornada.

Jorge Borja.- ¿Es difícil ser hombre?

Rafael Mendoza.- Creo que es difícil la vida y es una gracia también, si ejercerla de hombre no sé si sea más difícil que ejercerla de mujer porque es el parámetro que tenemos al lado, pero creo que tenemos una serie de exigencias en términos sociales, creo que hasta en términos biológicos.

Nos toca un papel que tiene obviamente su parte grata y también su parte complicada, sin embargo creo que es lo que nos toca, ¡me encanta! Y vamos haciendo la lucha por vivir, a secas por vivir porque creo que no podría decirte haciendo la lucha por ser hombre, no. Haciendo la lucha por vivir, por pasarlo bien, por poner lo que me toca en todos los campos de la vida y ahí en medio de todo ello está esto de ser hombre.

JB.- ¿Y qué sería lo más difícil de ser hombre?

RM.- Es que todo proviene de una serie de roles sociales, es decir, supongo que los hombres o los machos en el reino animal nos toca hacer ciertas cosas de una manera muy natural, tenemos ciertos papeles en términos sociales, en términos de pareja por que solemos reuniones con pareja y ya eso nos toca.

Pero en éste conglomerado social eso que nos toca a los sexos se llena de contenidos que creo que a veces hacen poco claro éste asunto de ser hombre y de ser mujer. En el caso nuestro creo que nos tocan esos papeles en términos sociales, de rol social, ese asunto de ser el fuerte, de ser el dominante de algún modo, de ser la estabilidad, de ser la parte que sostiene una institución como pareja o una institución como familia etcétera.

La parte fuerte de esto que podríamos llamar el binomio hombre-mujer, se supone que nos toca la parte fuerte, cosa que a veces es medio pesado porque a veces uno también se dobla y quiere echar sus llantitos y no esta de humor para ser fuerte.

JB.- ¿Tú crees que sea obligación del hombre llevar el dinero a la casa?

RM.- Estamos hablando de una cosa así un poco extraña, los roles sociales eso indican, cada vez los roles sociales son un poco más frágiles. Hoy hay hasta una ley que habla de la violencia intrafamiliar y asume también a los hombres como víctimas de la violencia intrafamiliar, entonces por eso digo que los roles son cada vez más frágiles, creo que en una relación de pareja lo ideal es la participación común en todas las áreas que implica la relación de pareja, en lo económico, en la vida cotidiana en ésta futilidad de los trabajos domésticos creo que nos toca a ambos del mismo modo. Asumir que a uno le toca la parte del dinero, la parte de la seguridad, etcétera.

Creo que es aceptar ese rol social tan históricamente aceptado como vilipendiado. Y yo he procurado tener unas relaciones de equidad. No es fácil creo que en el fondo los hombres tenemos una especie de también de memoria social que nos lleva a sentir ese tipo de responsabilidades. Creo que también cada vez más lo podemos combatirlo o rebatir.

JB.- ¿Alguna mujer te ha exigido cumplirle con el dinero?

RM.- No, por eso decía, he procurado mis relaciones en donde la equidad sea uno de los signos, obviamente de repente se desequilibran estas cosas, empieza una relación, se acaba, empiezas a otra etc. Pero supongo que por la generación a la que pertenezco me he planteado y por fortuna he tenido relaciones en donde este asunto de la responsabilidad económica, de la responsabilidad en todos los sentidos, se ha repartido, entonces creo que me he encontrado con mujeres con las que he podido establecer una relación sana.

JB.- ¿Cómo es tu relación con el dinero?, ¿no tienes problemas con la pareja?

RM.- Con el dinero yo creo que ahora todos tenemos problemas, todos menos Carlos Slim y algunos otros. Si por eso te digo que hay una especie de memoria social que creo que nos hace todavía ser participes casi involuntarios de este asunto, de que a uno le toca el dinero o la responsabilidad económica, pasa aún cuando la relación con la pareja no sea ni de marido-esposa formalmente y además aun y cuando uno se esmere porque esa relación no tome ese signo.

Sin embargo, de repente al pagar una cuenta como que yo a veces siento cierta incomodidad porque yo no pago, y no es por que me lo reclamen, es por esa memoria social que creo todavía cultivamos. Entonces creo que es una batalla mutua de hombres y mujeres cambiar el signo, cambiarle lo nocivo a lo femenino y también a lo masculino. Ahí nos toca a nosotros una tarea de reflexión personal. Y del mismo modo a las mujeres les toca con respecto a su circunstancia de género y a la circunstancia del otro.

Igual que nos ocurre a nosotros creo que de repente nos encontramos en que nuestra mujer quiere, en efecto, que seamos los machitos y hay que procurar que se quiten eso de la cabeza y supongo que de repente nosotros queremos que nuestras mujeres sean las señoras femeninas en ese sentido horrible y ellas también deben procurar que nosotros recapacitemos y echemos abajo esas nebulosas que todavía manejamos.

JB.- ¿No se te hace que a veces las mujeres nos empujan, nos hacen ser determinado tipo de hombres?

RM.- Bueno es casi un lugar común decir que el machismo es formado y prohijado por las propias madres de los hombres. Lo que ocurre en mi generación, es que hay una especie de revuelta, de la que hemos sido artífices, que tiene que ver con cuestionarnos éstos papeles masculinos que parece nos son obligados.

Sin duda en la familia hay un trato con cierta preferencia para el hombre, todavía lo sigue habiendo, ha sido un trabajo de nosotros, de algunos hombres de mi generación ojalá fuéramos todos, de estar cuestionándonos si por ser hombres tenemos que cultivar ésta personalidad fuerte, incólume, valerosa, a prueba de todo, ha sido un trabajo creo que hemos hecho a lo largo de años y creo que con mayor facilidad o con menor dificultad ahora, los hombres podemos manifestar gestos de sensibilidad que hace 40 años quizá, eran poco masculinos o manifestar y convivir con nuestras propias fragilidades que hace 30 o 40 años eran impensables y si uno las sentía tenía que ocultarlas.

Claro que ha sido difícil y ha sido un trabajo de conciencia quizá muy amorfa, quizá sin sistema. Pero yo sostengo que aún viniendo de una familia con muchas mujeres en donde yo sentía el privilegio que me tocaba por ser hombre, pude ni siquiera disfrutarlo, sino más bien cuestionarlo y participar cada vez más en la casa familiar de lo que se supone los hombres no participaban.

JB.- ¿Eras el único varón?

RM.- Antes de mi hay cinco mujeres de tal manera que fui el primer varón y eso me daba una especie de privilegio, después tengo otro dos hermanos y otras dos hermanas. Pero siendo el primer varón pues obviamente por el lado de mi padre era el hijo esperado después de cinco viejas. Entonces esa especie de privilegio de los que fui objeto nunca me gustó mucho, nunca se me doró la píldora, nunca me lo creí y creo que aunque no ha sido fácil tampoco una cosa complicadísima.

Pero sí opté por cuestionar ese privilegio masculino y relacionarme de una manera igual aun con mis hermanas, en la casa familiar y creo que de ahí para acá con las mujeres que he tenido con las amigas los amigos.

En las canciones el hombre se revela frágil

JB.- ¿Hay alguna canción en la que identifiques tu masculinidad?

RM.- Te puedo decir dos cosas “El rey” que es una canción al parecer profundamente masculina no la soporto, quizá es la única canción de José Alfredo que no me gusta. Yo tengo unas canciones escritas nunca reivindicando lo masculino pero sí procurando el trato con la mujer más sano. Tengo unas canciones que son femeninas, canciones en las que yo procuro acercarme a lo femenino, a decir algunas cosas desde el lado femenino, quizá desde mi propio lado femenino. Y una canción que siendo de un hombre me parece que reivindica lo masculino de una manera muy sutil es una canción de Joan Manuel Serrat que se llama “Sinceramente tuyo”, ahí me parece que es un hombre invitando a la mujer a aceptar al que está a su lado tal como es.

JB.- ¿Tú cómo ves éste cambio que ha sufrido ese modelo masculino en la música, en la canción especialmente?

RM.- Mira yo hablaba de una canción de José Alfredo Jiménez que se llama El rey, que parece ser una reivindicación del “machín”, a lo mejor ni siquiera lo es. De algún modo yo pienso que José Alfredo Jiménez es, a pesar de que hablan de sus canciones de cantina, el compositor de música ranchera que revela la fragilidad masculina, a pesar de “El rey”, en las canciones de José Alfredo el hombre se revela frágil, se revela perdedor, no es el macho que siempre gana también dice: me canse de rogarle y se me fue y que me toquen la que se fue, etcétera.

De tal modo que creo que José Alfredo a pesar de la que se dice de él y a pesar de su canción “El rey” creo que es de los primeros compositores de canción ranchera que muestra al hombre en su fragilidad, por eso me encanta José Alfredo no sólo con respecto a la masculinidad sino musicalmente es un tipo que renueva o le pone ingredientes a la canción ranchera que esta no tenía.

JB.- ¿No te parece que el hombre que aparece en el bolero también es un hombre muy sufridor?

RM.- Si, déjame regresarme un poquito hablabas de cómo veía lo de José Alfredo a Juan Gabriel, bueno yo acostumbro decir las mujeres reflexionan mucho sobre sí mismas y me lo explico un poco por su propia condición de género y su circunstancia social que ha sido bastante agresiva.

JB: Los homosexuales también reflexionan sobre sí mismos y quienes hemos hecho muy poco este trabajo de reflexionar sobre nuestra propia condición de género o apenas empezamos a hacerlo somos los hombres.

RM: Entonces creo que ahora después de la estigmatización del homosexual, la burla del cual era, quizá todavía lo sigue siendo, objeto. Hoy vemos a los homosexuales como modelos, cantantes como Juan Gabriel o como Rafael, aquel cantante español, que yo no sé si sea o no homosexual pero la actitud homosexual se utiliza como espectáculo. No se que tan importante sea pero sin duda tiene algo que ver con esta revisión de lo masculino que aún sin sistematizar la reflexión continuamente la hemos estado haciendo.

En el fondo el macho es muy chillón y en el fondo y con unas copas de repente al machito se le quita lo machito y se convierten en otra cosa y andan abrazando y besuqueando a los amigos.

Entonces yo creo que lo que ha pasado aun sin darnos cuenta es una revisión y reconsideración de lo masculino y vamos dándonos la oportunidad de manifestarlo más ampliamente en nuestra condición humana, no sólo masculina, en donde lo masculino es un ingrediente pero no es todo.

Es ya sabido que todos los hombres tenemos una parte femenina y las mujeres también tiene una parte masculina. Supongo que esa forma de reaccionar o entender las cosas aflora en ciertos momentos más o menos, y creo que lo que hemos ganado los hombres en esta generación, es un poco darnos la libertad de asumirnos de esa manera un poco más en nuestra dimensión completa con nuestro lado masculino, con nuestro lado femenino, con nuestras fragilidades y también con nuestras fortalezas sin duda.

JB.- ¿Has compuesto alguna canción que tenga que ver con la fragilidad del hombre?

RM.- Si he compuesto una canción que tiene que ver con mi condición de ser humano obviamente que siendo hombre es también con mi condición de hombre, se llama “Lo que soy”, y es una confesión y un gesto de entrega a la mujer y en resumen dice: “así como me ves así soy y atrás de mi sólo estoy yo y pues si quieres aquí estoy”.

Es decir no es reivindicando específicamente lo masculino, ni hablando específicamente de las fragilidades de lo masculino, pero es intentando revelarse tal como uno es como uno se concibe, en el entendido de que siempre la persona que nos gusta que queremos tiene una buena parte que nos gusta y una buena parte que no nos gusta.

Y cuando amamos a alguien uno asume que se va llevar el paquete completo, es decir vas a cargar con todo aquello que te gusta de esta persona pero también con lo que no te gusta, entonces ahí vienen los ejercicios de tolerancia y sin duda viene la prueba o la evidencia del amor pleno y verdadero, es decir amo a esta persona, amo a esta mujer, amo a éste hombre a pesar de que tiene todas estas cosas que no me gustan pero la amo precisamente porque tiene estas otras que me gustan, canciones como esas he escrito.

Los hombres somos mucho más que sexo

JB.- ¿Tú crees que el arte en general o las canciones nos puedan revelar algo como hombres?

RM.- Sí, el arte nos puede revelar muchas situaciones de la vida entera, el arte nosotros la podemos en obra pictórica, en literatura, en canciones podemos ver reflejados los fantasmas masculinos con los que vivimos, podemos ver reflejadas las fragilidades masculinas, podemos ver reflejadas las cualidades masculinas también y sin duda podemos encontrarnos en muchas obras artísticas, reflejados alguna parte de nosotros, encontrarnos en una canción, encontrarnos en una novela, en un poema.

Creo que el arte es una forma de pregunta más que una forma de verdad es una pregunta constante y en esa pregunta constante creo que quienes queramos, quienes tengamos la voluntad de acercarnos, de cuestionarnos la propia vida encontramos que coincidimos con esas preguntas y empezamos, quizá, a buscar y procurar las respuestas personales.

JB.- ¿Cuáles serían esos fantasmas masculinos que mencionas, que nos agobian como hombres?

RM.- Los fantasmas masculinos tienen que ver con modelos sociales. Hablábamos de éste proveedor económico, hablamos también del “garañon” empedernido es decir así como las mujeres deben, según estos modelos sociales que vemos todos los días por televisión, en la prensa, en las revistas, en la radio, ser jóvenes, guapas y muy buenas nosotros debiéramos de ser guapos, fuertes con dinero y con aquello tieso todo el tiempo.

Esos son imperativos realmente ridículos por que pasan por alto no sólo la diversidad humana sino las diferentes disposiciones que tenemos los humanos a lo largo ni siquiera de nuestra vida sino de una semana. En un día tú puedes estar de un modo, en el otro día estas de otro. Esos fantasmas masculinos, a eso me refiero, son esos modelos que nos circundan como una neblina que de repente nos hacen sentirnos insatisfechos con nosotros mismos.

Esos fantasmas masculinos los podemos ver en las obras artísticas a veces reflejadas deliberadamente y de una manera crítica y a veces creo también expresados como lugar común y prejuicio de quienes hacen esas obras eso ocurre mucho en el cine ocurre también en las canciones.

JB.- ¿Qué hace uno cuando falla como proveedor o como hombre?

RM.- Nooo, pues te pones a platicar, platicas de algo, preparas una comidita, sacas fotos y las ves o en mi caso yo saco la guitarra y canto. No, somos mucho más que sexo, somos mucho más que proveedores económicos, somos mucho más que fortaleza. Los hombres somos muchas cosas y creo que en esas muchas dimensiones que tenemos como ser humano, como masculino, podemos encontrar revelaciones maravillosas y nuestras parejas pueden encontrar también que hay muchas cosas valiosas en uno.

Me parece muy interesante que haya este esfuerzo de reflexión sobre lo masculino habría que preguntarse también, no sólo qué nos ocurre con estos modelos que en teoría debiéramos seguir, que yo creo cada vez son más frágiles, sino qué nos ocurre cuando empezamos a ser hombres de otro modo, es decir que ocurre cuando nosotros a ser hombres que no despliegan ni todo el tiempo ni por cualquier cosa lo viril en términos perversos es decir lo poderoso, lo macho, etcétera.

Qué nos va sucediendo a nosotros como hombres cuando revelamos con mayor libertad nuestras fragilidades y que les va sucediendo a nuestras mujeres. Ellas han reflexionado mucho sobre sí mismas, también les toca hablar sobre sus parejas, los hombres hoy no somos más frágiles que antes sino creo que no hemos dado un poco más la posibilidad de revelárnoslo y de revelárselo a quien está a nuestro lado y de esa manera creo que somos mejores humanos y no por eso somos menos hombres.

Al contrario creo que somos más hombres y mejores humanos en la medida en que vamos revelándonos en nuestra plenitud con nuestras virtudes con nuestras carencias también y pensar lo masculino seguramente nos hará mejores hombres.

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