La muerte inesperada de Juan Hernández Luna (19 de agosto de 1962-8 de julio de 2010) deja a la literatura policiaca mexicana sin uno de sus autores más sólidos. Autor, entre otras obras de Me gustas por guarra, amor; Las mentiras de la luz; Yodo; Tijuana Dream y Quizá otros labios; obtuvo dos veces el premio Dashiell Hammet a la mejor novela policiaca en español por Tabaco para el puma (1997) y por Cadáver de ciudad (2007). Antes había ganado otros premios como el Nacional de Ciencia Ficción (1995) en México y el Latinoamericano de Cuento (1985). Sus novelas se han traducido al italiano y francés, y varios de sus cuentos aparecen en antologías en España, Francia, Cuba e Italia.
Fue coordinador de programas de promoción de la lectura para policías, en el Ayuntamiento de Ciudad Netzahualcóyotl, así como de los programas Letras en Guardia y Letras en Llamas que también llevaron la literatura a policías y bomberos de la Ciudad de México.
Sencillo y jovial, pero a la vez tímido y rodeado de un halo de misterio, Hernández Luna siempre apoyó las mejores causas de la izquierda desde el quehacer cultural. Con él coincidí trabajando en la Secretaría de Cultura del Gobierno del D.F., en la que además de cantar a dúo los éxitos de los Ángeles Negros y Los Terrícolas, tuvimos la oportunidad de conversar sobre literatura policiaca, tema en el que Juan era un verdadero erudito y del que, sin duda, hubiera podido ser un personaje protagónico, sobre todo cuando se enfundaba en su proverbial gabardina negra.
Juan Hernández Luna: Lo que pasa es que en las novelas policiacas existe el estereotipo del personaje principal, en este caso son rudos, cansados de la vida, en todo les va mal. Un buen personaje de novela policiaca, al final de la misma no debe de salir ileso, debe salir lastimado, pagar una factura. Un buen personaje de novela policiaca jamás se debe de quedar con la chica, siempre la chica le va a pertenecer a otro pero son estereotipos, además hay muchas trampas para lograr una buena novela policiaca, una de ellas es iniciar en un capítulo donde el personaje esté en una situación límite, es decir acaba de divorciarse, acaba de perder el empleo o acaban de matarle a alguien muy querido, de tal forma que está en una situación límite para que cualquier aventura por imposible o descabellada o descomunal que parezca será capaz de enfrentarla. Esto es mucho más entendible para abundar, pero no tenemos tiempo, por ejemplo, Joseph Campbell en El héroe de las mil caras, desarrolla toda la teoría del camino del héroe que es perder el reino debido a una bruja, un tío gandaya o por un envenenamiento tiene que salir y ser hijo de nadie. En el bosque, en el arroyo se encuentra a una anciana, un pordiosero y siempre comparte algo de lo que trae, comida o lo ayuda a cruzar el río, etc., y el pordiosero le da a cambio un regalo que puede ser una semilla, una palabra mágica, puede ser un bastón o un poder especial, que el héroe cuando se ve enfrentado con el dragón le permitirá usar la semilla, la pócima, las palabras mágicas, de tal forma que logrará salvarse. Tras esta gran batalla final el hombre va a poder regresar y reconquistar su reino, el reino que había perdido. Este es todo un desarrollo de cómo llevar un héroe.
Jorge Borja: ¿Y el hombre común y corriente cómo pierde su reino?
JHL: lo que pasa es que la heroicidad vista desde estos términos mitológicos parece que no es aplicable a nuestras vidas mundanas, pero te pongo un ejemplo: Pancho Villa, él pierde un reino en este sentido metafórico de no pertenecer, y tú y yo, a lo largo de la vida, no es que sea un gran reino, a lo largo de la vida son varios reinos los que va uno perdiendo; vas perdiendo a aquella mujer por la cual luchaste tanto; en ocasiones tu casa es hipotecada y no la puedes recuperar, es decir, hay muchos reinos que uno va perdiendo a lo largo de la vida, lo que pasa es que muchas veces no los podemos concebir en estos sentidos mitológicos o en estos sentidos equiparables a la tragedia como la manejaban los griegos, somos personas mucho más terrenales (aquí tú y yo platicando) pero en mi caso, por ejemplo, no tengo a ningún amigo de la infancia por cuestiones familiares tuvimos que ser prácticamente gitanos, entonces cuando a veces veo que alguien tiene amigos de la infancia que los preserva, que los procura siento envidia de la buena pero me queda claro que ése es uno de mis reinos perdidos.
JB: ¿Cuál es el reino que más te ha dolido perder?
JHL: Son muchos, sería una cuestión muy personal, creo que la separación sí me afectó, me sigue afectando y mira que ya han pasado años pero yo creo que eso, y lo que pasa es que fueron de los mejores años, yo creo que los mejores años que pasé junto con Loli, madre de mis dos hijos Allan James y Julia Andrea, pero lo que me queda de satisfacción en este sentido de haber perdido el reino es que en esos momentos donde la felicidad está unida de manera muy estrecha con la vida, es decir, que cada día que pasa, cada día que amanece encuentras felicidad a tu lado, cuando me sentí así plenamente pude decírselo, nunca me quedé con las ganas de decirle: en estos momentos soy el hombre más feliz de la tierra.
Uno también se quiebra
JB: Tú crees que el hombre sí se puede expresar porque a veces ellas se quejan de que uno no sabe hablar y ellas sí se comunican y uno como hombre no sabe hacerlo.
JHL: Los hombres sí platicamos, si te refieres a entre hombre y hombre sí platicamos y chismeamos, si es que lo quieres banalizar o trivializar, lo que sí es cierto es que sí haya temas que de hombre a hombre no tocamos. Es muy difícil como las mujeres van al baño de dos en dos y como los hombres incluso no podemos entrar al baño silbando, eso es una como una insinuación muy perversa, entonces nunca utilizamos el mingitorio entre uno y otro, somos muy pudorosos en ese sentido. A pesar de que la noche anterior hayamos tenido el sexo más salvaje posible jamás llegaremos a la oficina y no contaremos nada simplemente. En eso somos muy especiales los hombres.
Creo que tu pregunta iba por otro lado respecto a si nos comunicamos, lo que pasa es que nos comunicamos de muchas formas, nos comunicamos con las palabras, obviamente, pero también con los movimientos, con los gestos, con la actitudes, con las acciones que uno hace, en ese sentido la ternura no es territorio exclusivo de las mujeres, creo que este asunto, como Robert Bly lo llama, la nueva masculinidad. En ese entonces cuando Bly saca su ensayo Iron John, Hombres de hierro, eran los años 80 donde se hablaba de la nueva masculinidad a fin de siglo, es decir, los hombres educados, amables, gentiles, bien rasurados, bien vestidos pero que al mismo tiempo tenían que ser muy agresivos sagazmente para obtener el dinero pero yo creo que cuando un hombre se enternece o llora con una película, porque hay quienes lloramos con algunas películas, siempre sacan ese estribillo de “Ay, le apareció su lado femenino”, eso a mí me prende porque uno sigue siendo machín pues, y hay ocasiones en que uno también se quiebra pero no porque le salga a uno el lado femenino. O luego cuando se quieren agenciar el asunto de que ellas nos han reeducado, yo creo que hay una gran generación, al menos mi generación, más la generación anterior, los carnales mayores que fueron hippies, la mía que es la X si a generaciones vamos, hemos cambiado de actitudes pero no porque ellas nos hayan reeducado también hay una necesidad de nosotros de expresarnos de manera diferente y que nosotros también hemos aportado una gran parte de nuevas actitudes que existen entre los hombres. Ojo, no soslayo, no dejo de lado que existen problemas de violencia intrafamiliar donde el hombre sigue aplicando nuevas formas de comportamiento. En fin, me prendo cuando hablo de estos temas.
JB: ¿Qué es lo que nos hace llorar a los hombres?
JHL: Uy... si lo banalizara, yo por ejemplo, me da mucho coraje que desde hace diez años el Cruz Azul no pueda ser campeón, eso es rudo. No, me conmuevo muy fácilmente con escenas de la vida cotidiana, me prende ver a un niño de la calle limpiarle el parabrisas a un Corvette o un BMW, eso sí duele mucho y donde el turista ve a la señora vendiendo artesanías en la calle, donde el turista llega y toma una foto porque es folklor para mí es desigualdad social. Esas cosas sí me molestan, entonces sí me queda claro que hay muchísimo que hacer en este país porque, te pongo un ejemplo, tuve la oportunidad de estar en París, en Francia por ahí de abril, y con los amigos franceses llegan muy pocas noticias de México, por algo será, pero llegaron dos muy escalofriantes y muy terribles; una era el video que apareció en You Tube donde un tipo de estos llamados Zetas es degollado con un alambre, que lo van torciendo, como la vieja ley del garrote, lo van torciendo hasta que le desprenden la cabeza y bueno, el video fue retirado minutos después pero fue visto, se supo de él; y la otra noticia era el ascenso de Carlos Slim como probable o primer hombre más rico del mundo. Entonces hablando con mis amigos franchutes, que además son eurocentristas a morir, decían cómo es posible que estas noticas sucedan en tu país y las mismas noticias se explican por sí mismas, una explica a la otra, así de sencillo. En este país donde puede haber el hombre más rico del mundo puede haber este tipo de violencia precisamente regresando al asunto, hay unas desigualdades impresionantes. Puedes ver los desarrollos inmobiliarios, las grandes cadenas hoteleras, el lujo que algunos se pueden dar y por otro lado familias apenas subsistiendo. Estas cosas, esto sí conmueve.
JB: ¿Alguna vez has llorado de felicidad?
JHL: Por supuesto que sí, muchas veces. Cuando nació mi hija Julia Andrea, que es la mayor, el mundo cambió. Concebí las cosas de otra manera muy diferente, en ese momento todo fue un cambio, dejé de tenerle miedo a la muerte, por ejemplo el concepto de muerte cambió totalmente, me di cuenta que el paso de uno es efímero, sí ya, es obvio, es un lugar común el que estoy diciendo pero hasta ese momento lo pensé. Me recordó mucho el verso de Ángel González que dice “Para que yo me llame Ángel González…”, o sea para que yo me llame Juan Hernández Luna tuvo que haber atrás de mí generaciones y generaciones de otras personas que estuvieron en este mundo o lo habitaron, hicieron, dieron lo más que pudieron y terminaron desapareciendo. Eso es lo que a mí me transformó muchísimo, o sea, después de mí ya hay alguien que continuará este asunto de la esperanza en el ser humano o como le quieras llamar, si lo quieres ver de manera romántica, eso y creo que otra gran pérdida para mí porque significaba el cierre final, la caída de la cortina de lo que significó la infancia, cuando me comunicaron la muerte de mi abuela, porque la abuela nos cuidaba a mis hermanos y a mí ante la ausencia de mis padres debido a que tenían que trabajar mucho. Era tanto mi amor por mi abuela que lo más chistoso es que mi familia me ocultó su muerte seis meses, alguna ocasión alguien fue a Jalisco, de donde es originaria la parte paterna y obviamente pregunté cómo estaba la abuela y entonces se voltearon a ver unos a otros y dijeron es que tu abuela falleció hace seis meses. Ellos dijeron que lo hicieron para evitar que yo me cayera pero no lo lograron, me caí por supuesto que me caí y ha sido una de las tardes más dolorosas de mi vida. Tenía como 26 o 27 años, aunque hubiera tenido 27 de todos modos me quebré. Eso es algo muy curioso Eros y Tanatos o como le quieras llamar, los círculos unidos, dos extremos. Por un lado la muerte y por otro lado el nacimiento.
JB: Tu relación con el dinero, ¿has tenido algún problema de no tener dinero para llevar a la casa?
JHL: Yo disfruto mucho el ser proveedor, obviamente lo disfrutaría si yo tuviera el futuro asegurado de manera económica y por lo tanto mis hijos. Sí, obviamente me las he visto duras, negras pero tengo una ventaja, como no soy sujeto de crédito nunca he tenido tarjeta de crédito, entonces nunca tengo deudas mayúsculas en el sentido de que debo un auto o cosas así, por ejemplo no tengo auto porque tener un auto significa manejar y manejar significa no poder leer en el transcurso del metro o del microbús. Entonces evito esas cosas, mi gran vicio es la buena ropa, ahí sí es mi vicio; los libros, obviamente; muchos discos pero siempre estarán mis hijos primero alimentados, vestidos, viajados y con buen colegio antes que yo pensar en un lujo. Hubo un tiempo en que incluso como free lance gané muchísimo dinero, me fue muy bien, llegué a construir una casa que es donde viven mis hijos y después he vivido en la medianía sin quejarme absolutamente. Siempre traigo un centavo en el bolsillo para darte un lujo y decir quiero entrar a comer a ese restaurant.
JB: ¿Es verdad que las mujeres hacen a los hombres? ¿Las parejas, las madres, ellas nos hacen muy machos o muy sensibles?
JHL: No lo sé, por ejemplo en mi caso fui el único extraño a pesar de que jugábamos las mismas cosas, teníamos el mismo ambiente mis otros cuatro hermanos y yo. Todos son comerciantes, exitosos comerciantes, el único que no llega en carro del año a reuniones familiares soy yo pero porque no me va ni me viene el asunto. ¿Quién nos educa? Nos educa, obviamente, el medio, la sociedad pero también te educan los libros. En pedagogía hay tres formas de educación: la educación formal, que es la que te dan los títulos; está la educación informal que es cuando tu padre te enseña a reparar un grifo o cuando tu hermano te enseña a meter goles con la cabeza, esa es una educación informal; y está la educación sentimental, la que te vas formando a través de los libros que lees, las películas que ves, los amigos que tuviste, el jardín que estaba frente a tu casa, el cerro pelón que estaba frente a tu casa, tus familiares, las mujeres que pasan por tu vida, tus hijos, entonces vas creando una educación sentimental que a la postre te hará un ser único.
JB: Oye yo quisiera que ahondaras sobre esa respuesta que me ibas a dar, ¿cómo te educa el miedo?
JHL: Curiosamente el día de ayer en una colonia en donde vivo, en Santa María la Ribera, estuve a punto de ser atropellado y la adrenalina que en ese momento corre, obviamente no me pasó nada, me detuve al cruzar la calle donde tenía que hacerlo antes de que fuera arrollado, pero en ese momento reflexioné y dije qué torpe, pero qué torpe, qué torpeza estuve a punto de cometer, o sea, tantas cosas que me pudieron haber ocurrido como quedar lastimado de por vida, o no sé, igual muerto y además por todas las cosas que quieres hacer. Esto parece contradecirse con el asunto de perderle el miedo a la muerte, pero el término de perderle el miedo a la muerte en términos mucho más generales o mucho más cósmicos si quieres, no, sino en el asunto de que hay muchas cositas por hacer y además por una torpeza mía. Que me venga el cáncer, que me caiga un rayo, que se caiga el avión donde estoy viajando pero no por una torpeza de cruzar la calle, es como morir de una manera estúpida. Eso fue lo que me molestaba mucho conmigo.
JB: ¿Hay algunos miedos que sean especialmente masculinos, los hombres le tenemos miedo a algo en especial que las mujeres no teman? Te puedo decir uno: el miedo a perder la virilidad
JHL: ¿A no cumplir en la cama? A eso te refieres tú, sí obviamente es un tema pero los hombres no hablamos de eso, creo que regreso al principio de la plática, los hombres no hablamos de esas cosas. Se te puede estar cayendo el pizarrín pero nunca irás a que te lo revisen, con la pena pero ahí sí te aguantas, no lo sé, la verdad es que no tengo problemas con eso y menos porque apenas tengo 44 años, supongo que algún momento tendré que recetarme viagra.
Buscar la luminosidad a través de la literatura
JB: ¿De qué materia están hechos los personajes de tu literatura?
JHL: Algunos personajes están hechos, obviamente, de trozos que voy agarrando de aquí, pergeñando de allá. Me gusta mucho recordar a Enrique Mejía, alías El Cuervo, de la novela Quizá otros labios, me gusta por sus características, porque es taxista fugado de la carrera de Antropología porque además de que es taxista, crea un sindicato de taxistas que se llama Álvaro Carrillo y todos los carros tienen nombres de boleros y anda buscando a una tapatía y una fotografía de James Dean que está por ahí perdida. Pero la construcción del personaje, un personaje solitario o muy metido en el asunto de contemplar la vida desde las orillas, eso me gustaba mucho y luego Excalibur, El inmortal, quien es el personaje de Tabaco para el puma y de Cadáver de ciudad me gusta mucho porque guarda una ternura impresionante con si hija La Coneja. Pero además es un tipo que es capaz de arriesgarse, de darlo todo a pesar que por dentro sabes que tiene miedo, nunca echa para atrás. Para esto lo ayudan otros dos personajes masculinos, como son Barrabás, que está inspirado en una especie de Tin Tán vestido de bombero pero también está inspirado en un viejo maestro que tuve en la Escuela de Teatro que era mitómano a morir, o sea, de pronto te empezaba a hablar con acento andaluz y te decía “En un pequeño rincón de Bilbao…” y decías “si naciste en Tlaxcala, maestro”, entonces yo quería un personaje así, estrambótico. Luego está el personaje del Sahuayo que ayuda a Excalibur, El Inmortal, y está inspirado de cuando yo construía la casa donde ahora viven mis hijos, tuve relación de muchísimos albañiles y plomeros, y los que daban el trabajo de yeso, los que ponían piso y los que ponían la cancelería. Me gustaba mucho platicar con ellos porque lo mismo te conseguían algo si tú les decías oiga, y si aquí construimos una bardita… y entonces empezaban y te sugerían todo pero lo mismo tenías problemas con la tubería y eran capaces de repararte la tubería, si necesitabas un tanque de gas, podían conseguirte un tanque de gas y si necesitabas a alguien que hiciera carnitas para el día de la Cruz, sabían quién podía hacer carnitas, ése tipo de personas que lo saben todo. Por eso el Sahuayo en esta novela es capaz de conseguir efectivamente quien haga carnitas al estilo Michoacán hasta conseguir una pistola, incluso hasta conseguir un tigre y hasta le pregunta si lo quiere con muchas rayas o con poquitas. Este tipo de personaje está inspirado en todos los maravillosos personajes que ayudaron a construir la casa. Hay otros personajes de otras novelas que no son precisamente policíacas, por ejemplo me gusta mucho el personaje principal de Las mentiras de la luz, que es un personaje que durante toda la novela quiere escribir la gran novela de su vida, todos los días intenta iniciarla, calienta los dedos y dice ora sí va, por las noches sueña cómo va a comenzar y al día siguiente que intenta escribirla se queda otra vez en blanco. Este asunto de estar buscando la luminosidad a través de la literatura hasta que un día, pensando en su gran novela, una chica abandona un manuscrito en un mostrador y él se queda con el manuscrito, se mete a su habitación del hotel y por la madrugada se despierta, o más bien se encuentra llorando porque la gran novela que él quería escribir ya ha sido escrita y está en el manuscrito que esta chica olvidara y bueno, para mí era una metáfora de decir que las mujeres son mucho más sabías, mucho más virtuosas de la palabra y que el verbo originalmente está en ellas. Era una idea que me gustaba mucho. Esto es parte del inicio de la novela, aquí ocurre la disyuntiva y bueno, espero que alguien se interese por buscarla, se llama Las mentiras de la luz, aquí viene la disyuntiva de él: buscar a la chica y decirle yo tengo tu manuscrito, esto tiene que publicarse y resulta que en un accidente se queda ciego y a pesar de eso decide seguir buscando a la chica en esta idea. Por eso se llama Las mentiras de la luz. Este tipo de personajes me desarman porque son capaces de entregarlo todo a través de la pasión de todo.Luego están las tres noveletas de Me gustas por guarra, amor, en fin. Creo que le pongo mucha más atención a la construcción de personajes masculinos aunque es cierto que las novelas que un servidor ha escrito, ha tenido la fortuna de escribir, abundan las mujeres.
JB: ¿Cómo son mejores las mujeres, como amigas, como amantes, como compañeras?
JHL: Como putas. Sí, cuando se ponen cochinotas en la cama ¡guau!, eso me encanta. Me encanta además porque tienen unos detalles de princesas de la clase media. Esas me fascinan, son exquisitas, su ropa interior es bonita, son de modales, son las que jamás te harán quedar mal en ninguna reunión, siempre serán muy acomedidas, muy pol aid, pero por las noches en la cama ¡guau! Y lo que más me gusta es que después que te han regalado su cuerpo, se han entregado el uno al otro, en la mañana para entrar al sanitario son tan pudorosas, se envuelven siempre en la sábana y no te dejan ver un cachito, nada. Y dices si hace rato estaba yo besando todo eso, jamás te dejarán verlas por atrás desnudas.
JB: ¿Qué significa ser hombre en el México actual?
JHL: Dicen que los optimistas son los pesimistas informados… lo que más me da ansia es la grave derechización de nuestra sociedad, la reaparición del pensamiento mágico porque el pensamiento mágico te permite saber que hay futuro y trabajo, te leen la mano. Todos estos programas de lectura de mano, de tarot, todos estos programas que aparecen en la noche. Cómo se he derechizado la sociedad.
A ver, vuelvo a plantearla. Ser hombre o mujer en este México, lo que más me preocupa es, cuando sociedad entra en crisis, las sociedades tienden a derechizarse, no en balde ya llevamos dos sexenios de derecha, pero además es una derecha torpe, analfabeta que es lo que más coraje me da porque a veces, como decía Fito Páez no tengas enemigos que no estén a la altura del conflicto, o sea ni siquiera son cultos para pelear y debatir con ellos. Esta derecha que ha perdido todas las batallas contra esta gran ciudad llamada Ciudad de México, ha perdido todas, la del condón, la de la píldora del día siguiente, perdió la de la minifalda, la de las sociedades en convivencia, la de la interrupción del embarazo. Y esta sociedad, por eso me gusta, esta sociedad de la Ciudad de México, porque es libre pensadora, de causas muy sociales, eso me gusta. Lo que es preocupante es que la derecha esté arriba, en el poder. Entonces cuando una sociedad tiene miedo, repito, tiende a derechizarse, y reaparece el pensamiento mágico y esto es lo peor que le puede ocurrir a una sociedad porque entonces todo el pensamiento científico y el pensamiento laico obviamente tiene una retraída. No es de balde ver las noches llenas de anuncios de que te leen el horóscopo, te leen la mano, te tiran las cartas porque en el pensamiento mágico te dicen que vas a encontrar el amor de tu vida, que vas a encontrar empleo, que vas a tener dinero, que vas a ser millonario y ya no te preocupas por hacer el esfuerzo diario de todos los días, todos los días procurar ser mejor, un poco mejor.
Gracias por subir la entrevista.
ResponderEliminarMe reí mucho un par de veces, entre la pena y el recuerdo.
Ese era Juan.
M.
Estimado Borja, me acordé de Pellicer “Aunque vengas mañana
ResponderEliminaren tu ausencia de hoy perdí algún reino”, esto por lo de la pérdida de los reinos y sobre todo, estos que no son tangibles.
Sí, Juan parece un personaje policiaco, sobre todo por los elementos que él mismo menciona que debe de contener el personaje policiaco; el de la derrota sistemática, esto lo digo sobre todo por su viacrucis con el cruz azul. Allan James, supongo por Poe y Henry, se metió chido y macizo en la sudadera del antihéroe pero, qué personaje tan interesante, muy buena entrevista Borja.
Hola Borja:
ResponderEliminarMe encantó tu entrevista.
Saludos.
La Comadre.
Una entrevista q deja ver como era Juan en realidad.
ResponderEliminargracias por darla a conocer.