domingo, 18 de octubre de 2009

El Speedy González de la Literatura

(Entrevista realizada el 11 de agosto de 2007 para la serie Entre hombres sin vergüenzas de Radio Educación)

De nombre Francisco Ignacio Taibo Mahojo pero mejor conocido como Paco Ignacio Taibo II. Nace en Gijón, España, en 1949 y llega a México a los nueve años. Estudia historia en la UNAM hasta que lo corren en 1969 por intentar estrangular a una maestra que habló despectivamente del Movimiento Estudiantil del 68 en el que Paco había participado de manera muy activa. Sobreviviente del halconazo del 71, es uno de los aguerridos estudiantes que se lanzan a fábricas y barriadas a hacer trabajo político con el proletariado.


A principios de los setenta se convierte en periodista de espectáculos de El Heraldo bajo las órdenes de Raúl Velasco. Ahí realiza varias entrevistas memorables y luego pasa a la televisión a desempeñarse como guionista en programas de variedades. Una madrugada en que escribe scketches para Noches Tapatías, decide cambiar su destino para dedicarse a escribir su primera novela Días de Combate (1976) y convertirse un poco como su personaje Héctor Belascoarán Shayne, en un detective desliñado pero con un alto sentido de la justicia. Así alterna su actividad literaria con el oficio periodístico que aprendió de su padre: “una mezcla de técnica y oficio con llama sagrada” que nunca ha considerado como un negocio sino como una misión: ser la voz de quienes no la tienen. (La Jornada, entrevista con Arturo Jiménez, 14-XI-2008).

De entonces a la fecha ha sido director de revistas, profesor universitario, escritor con más de 40 libros publicados -entre los que destacan sus investigaciones monumentales sobre el Che Guevara y Pancho Villa-, fundador y director de la Semana Negra de Gijón -un festival internacional dedicado a la literatura policiaca-, así como defensor y representante de las más diversas causas sociales.

Paco Taibo II ha sido luchador en todos los frentes. Tengo su imagen viva en el Zócalo, al día siguiente de las elecciones de 1994, convenciendo a los muchachos de las prepas de no quemar la puerta de Palacio Nacional. También lo recuerdo publicando una novela (Muertos incómodos, 2005) que escribió a cuatro manos con el Subcomandante Marcos y encabezando el contingente de trabajadores de la cultura que apoyaba a López Obrador en la marcha contra el desafuero.

Difícil de definir, Paco tal vez sea un historiador que también es un personaje histórico, un periodista que es noticia y un escritor que vive una vida digna de un héroe de ficción. En él, como ocurre en muy contadas personas, los límites entre la vida y la literatura se trastocan continuamente. Tan es así que hace años estuvo recibiendo amenazas por teléfono de un comandante de la judicial que por mera coincidencia se llamaba igual que uno sus personajes de novela.

Sus libros han encontrado lectores en diversas lenguas, no en balde se le considera uno de los cuatro autores mexicanos más leídos. El propio William Clinton le comentó en una cena a Carlos Fuentes que Taibo era uno de sus autores de cabecera. Carlos Salinas, quien fue su compañero en preparatoria, también lo lee asiduamente, por eso estuvo acosándolo varios meses para que aceptara una beca que nadie le había pedido.

Adicto fumador de cigarros oscuros y bebedor compulsivo del brebaje negro del imperio (Coca-Cola), Paco acostumbra escribir de madrugada y hasta que el alba empieza a clarear, por eso me recibe al mediodía recién levantado, con la mitad de la barba rasurada y el cabello revuelto como si acabara de bañarse. Mientras hablamos contesta como seis telefonazos de personas que le solicitan entrevistas o lo invitan a presentaciones y luego uno de su esposa, para que vaya a un tianguis de libros en la colonia Roma. Me pide que lo acompañe y más tarde me da la entrevista. En el taxi me cuenta de la investigación que está haciendo sobre los defensores de El Álamo, héroes de Estados Unidos, que en su opinión solamente son un grupo de bandidos y mercenarios.

Paco da una conferencia en un camellón, con el desparpajo del escritor que fue capaz de subirse a un elefante para anunciar la Semana Negra de Gijón. Es un intelectual de elefantes y camellones, un escritor de circo, maroma y teatro. Pertenece orgullosamente al Circo Ataibo, sobrenombre con el que se reconoce a los integrantes de la familia Taibo en las secciones de cultura. Luego firma autógrafos del público callejero que lo admira y ríe a carcajadas con sus ocurrencias y su lenguaje salpicado de improperios y procacidades. Da lecciones de historia bajando a los héroes de su pedestal y explicándolos en su condición más humana. Habla del Che como si platicara de un hermano y de Pancho Villa como si fuera el más querido de sus compadres.

Paco se da una vuelta por el tianguis. Hojea los libros en los anaqueles y compra varios. De otros, recién publicados, comenta su contenido a la gente que lo va siguiendo. Impresiona por su memoria y por la demostración del lector insaciable que es. A los títulos de Octavio Paz les da la vuelta y los deja con la cuarta de forros al frente. No es santo de su parroquia. En vida, el propio Paz se encargó de mover sus influencias para que Taibo nunca publicara en el Fondo de Cultura Económica.

Paco me invita a comer junto con su hija Marina que es fotógrafa y su esposa Paloma, directora de Fomento a la Lectura del Gobierno del D.F. Me dice que más tarde hacemos la entrevista. Vamos a conocer un restorán nuevo por el rumbo de la Condesa. Piden varios platillos exóticos que luego van intercambiando mientras cuentan chistes y ríen a carcajadas. Participando de su costumbre tribal, devoro sucesivamente ravioles, medio pollo almendrado, crepas de huitlacoche, camarones a “la Doña” o algo así, y una rebanada de pastel, un flan napolitano y dos cafés capuchinos.

Regresamos a casa de los Taibo en la calle de Tuxpan. Paco me invita a sentarme en un mullido sillón y me pide que procedamos a la entrevista. Yo de lo único que tengo ganas es de tomar una siesta, pero ni modo, quién me manda andar persiguiendo a este tipo.

Borja: ¿Tú crees que haya obligaciones propias de los hombres que una mujer no pueda ni deba cumplir?

Paco Ignacio Taibo II: No, me parece un absurdo, hay seres humanos diferentes y el sexo establece la primera gran diferencia, pero obligaciones no, ninguna.

B: Y por ejemplo, el servicio militar ¿tú lo hiciste?

PIT II: No, fui declarado incapaz por veinte cosas que tenía en los pies planos pero más que nada por la bronquitis crónica.

B: ¿Y tú crees que todavía existe la caballerosidad?

PIT II: Creo que lo que debería seguir existiendo es la generosidad y, sobre todo, la amabilidad del trato, pero no le encuentro sentido establecerla como un problema hombre/mujer, más bien tiene sentido establecerla en términos de fuerte/débil, en este sentido amabilidad implica proteger al inválido, ayudar al anciano, proteger a los niños y no más que eso.

B: ¿Tienes hermanas?

PIT II: No, tengo dos hermanos, pero como mi mamá siempre quiso tener niña y mi papá también, los tres hermanos crecimos el primer mes de nuestra vida con chambrita rosa.

B: Tú que fuiste el primogénito y llevas el nombre de tu papá, y en parte el oficio ¿no te costó trabajo tener atrás esa responsabilidad de ser Taibo, y a parte “Paco Ignacio Taibo II?

PIT II: Pienso que la brecha generacional en mi caso no funcionó, las relaciones con mi papá siempre fueron muy sanas, muy de colaboración. Alguna vez me preguntaron “¿Te pesa tu padre?” y yo dije que sí, pero en el lado bueno de la espalda, era un estímulo y no un freno, incluso no era competencia. No competía contra lo que escribía y las maneras de escribir de mi padre. Mi padre de repente estaba escribiendo teatro, libros de gastronomía y a mí lo que me apetecía eran las novelas policíacas, luego me fui a la historia, nunca sentí que era una competencia, al revés.

B: ¿Si tú hubieras tenido un hijo le hubieras puesto Paco Ignacio Taibo III?

PIT II: Sí.

B: ¿Y lo hubieras educado como has educado a tu hija?

PIT II: Sí, igual. Igual de mal.

B: ¿Qué opinas de la ley de la no violencia hacia las mujeres?

PIT II: Me parece importante en la medida no en que protege mujeres sino en el sentido en que protege personajes más débiles en el conflicto, y en ese sentido la ley es importante. Y la represión de la violencia doméstica hombre/mujer igual de importante sería si se diera lo contrario: mujer madreadora/ hombre madreado, sometido, pero como en la realidad lo que encontramos son mil casos por uno. Me parece importante que la ley sea de género y que proteja a las mujeres agredidas.

B: ¿En el divorcio quién pierde más un hombre o una mujer?

PIT II: El que andaba verdaderamente enamorado, el otro se la pasa a toda madre.

B: Sé que perdiste una biblioteca en un divorcio ¿es cierto?

PIT II: No, perdí una discoteca, los libros me los quedé todos. Perdí los discos.

B: ¿Qué otras cosas se pierden en un divorcio?

PIT II: En aquella época, bajo la inseguridad que tienes cuando eres muy joven, la sensación de fracaso es muy potente.

B: Dice una máxima que detrás de cada hombre hay una gran mujer pero a veces parece que es al revés, que hay una pobre mujer que tiene que sufrir con estoicismo lo que hace su hombre, ¿qué opinas?

PIT II: Detrás de cada gran personaje hay una gran cantidad de personajes secundarios que tienen la solidez y la fuerza de sostenerlo, impulsarlo, apoyarlo. No veo esa relación, es una máxima machista, por qué no decir lo que realmente sucede: “a lado de todo hombre hay una mujer, a lado de una mujer suele haber un hombre”, y esto ni siquiera es una generalización. Ahora que reconocemos de forma transparente algo que no se ha intentado reconocer como las parejas del mismo sexo, la máxima tendría que reformularse, por ejemplo: “al lado de cualquier gran personaje hay un montón de grandes compañeros”.

B: ¿Crees que el macho está desapareciendo?

PIT II: Para nuestra desgracia no. Es una especie que tiende a perpetuarse debilitado pero no difuminado. Hay que aumentar el ritmo de la madriza que le estamos poniendo a los machines y a toda esa filosofía del poder y el desprecio que engendra y genera.

B: ¿El padre es más un procreador o un proveedor?

PIT II: En términos generales son los roles que se le han adjudicado, que no tendrían por qué ser los roles en una relación con los hijos.

B: ¿Por qué hay más escritores de literatura policíaca que escritoras?

PIT II: ¿Por qué en la fantasía hay más escritoras que escritores? Es extraño pero las excepciones se dan, y se dan con frecuencia. Pregúntalo al revés ¿por qué hay más escritores que escritoras si reúnes todos los géneros?

B.: La mayoría de los héroes de la novela policíaca son solitarios, insensibles y, a veces, promiscuos, ¿no es una novela un poco machista?

PIT II: No, no es machista, está repleta de lugares comunes, el estereotipo que construyó la literatura y que luego se fue al cine, y que remasticó Bogart convirtiéndolo en un misógino estaba ahí, pero creo que la novela policíaca moderna hay de todo. He leído maravillosas novelas policíacas cuyo personaje es una periodista sueca enfrentada al problema de ser madre de dos hijos, mantener su ritmo laboral y estar sometida a las presiones de una sociedad donde la violencia, cuando aparece, puede ser tan brutal como en cualquier otro, es el antiestereotipo pero tampoco cuando la lees no te parece el antiestereotipo, te parece una descripción sórdida de una sociedad vista a través de unos ojos que no son los habituales para verla. Lo que pasa es que desde hace muchos años es que cuando te aproximas a un escritor no te preguntas si tiene faldita o pantalón, estás más allá de una visión de género.

B: ¿Quiénes son los hombres y mujeres que más admiras?

PIT II: Más que admirar tengo empatías y amores. Empatías con personajes que no necesariamente admiro sino a los que quiero o me interesan, pero hay algunas figuras a lo largo de mi vida que han quedado fielmente grabadas en mi cabeza: un periodista español de los años 30 llamado Javier Bueno, un personaje a prueba de fuego, de una rectitud moral asombrosa, un personaje que siempre me fascinó. Algunos escritores a los que admiro, no, adoro porque me cambiaron la manera de ver, de pensar, de entender el mundo, tipos como Philip Joseph Farmer; un narrador que me sacudió y me hizo pensar que la literatura podía ser de otra manera fue John Dos Pasos; rendí unos homenajes de ese tipo en un libro que se llama Arcángeles.

B: ¿Y crees que el Che y Pancho Villa puedan ser modelos de masculinidad?

PIT: Villa era un modelo de desmadre: veintitantos matrimonios, veintitantos hijos, con diferentes mujeres, era un modelo de desastre de vida conyugal y sí reunía muchos de los atributos de lo que se conocía como el machismo, pero un machismo muy singular también matizado por los antiatributos del machismo como hombre de lágrima fácil. El Che era un hombre de los 50, antes de la oleada del feminismo que transformó mucho la mentalidad de los revolucionarios del siglo XX y en esa medida tenía una perspectiva masculinista de la vida, es cierto y le costó, no liberarse de ella sino aceptar que era limitada, en eso andaba cuando lo mataron

B: ¿De qué materia están hechos los personajes de tus libros?

PIT: Una mezcla de sueños, obsesiones, accidentes, visiones periféricas de cosas que te encuentras accidentalmente en la calle, o voluntad, hay personajes como Olguita Lavanderos (protagonista de la novela Olga Forever, 2006), está hecha a pura voluntad, dije quiero así, y así la hice.

B: Y de los personajes históricos, ¿cuál es el que más trabajo te ha costado aprehender?

PIT II: El Che fue muy difícil porque era como un niño católico desnudando a San Francisco de Asís, para mí que me formé en el amor al Che como el gran personaje revolucionario de mi generación, era como estarle viendo los piojos a tus héroes y desmitificarlo para construirlo como un personaje de carne y hueso; ahí hubo mucha tensión escribiendo el libro.

B: ¿En qué libro o película, te has visto reflejado como en un espejo?

PIT II.: Hay una película que se llama The migh be giants, que es del caso Justin Playfeir de Paul Newman. Y alguna vez mi hija, burlándose de mí, me dijo: “tú siempre quisiste ser como Dustin Huffman y Robert Redford en Todos los hombres del presidente y terminaste como Tutsi”, pero es cierto, me gustaban los sacos de pana con coderas que usaban esos cuates y la fascinación por el oficio periodístico me resulta admirable, me gustaría ser así.

B: ¿Te consideras más escritor de literatura, periodista o historiador?

PIT II: Me considero el Speedy González de la literatura: corres tan rápido que los que tratan de ponerte etiquetas que van atrás de ti no te alcanzan.

B: En el diccionario de la RAE, una de sus acepciones dice que ser hombre es contar con los atributos masculinos, que son la firmeza y el valor, ¿tú qué crees que signifique ser hombre?

PIT: Desde luego eso no, no le veo el por qué. Firmeza y valor son atributos humanos, son excepciones y posibilidades que están al alcance de hombres y mujeres. Creo que habría que abandonar ya las definiciones de “qué es ser hombre” para sustituirlas por definiciones de qué es “ser humano”.

B: ¿Y qué sería “ser humano”?

PIT II: Sobrevivir todos los días frente al espejo y que no te de asco.

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