domingo, 14 de junio de 2009

¿Para qué te voy a mentir?

Literatura, Alcohol y Vida

¿Para qué te voy a mentir?

¡Son puros chismes! Ya ves, nunca falta un mentiroso que le guste echar tierra sobre la gente decente. Además, tú me conoces, Efrén. ¿No fui yo quien te pagó la primera vieja con la que te acostaste?
-No, pos eso sí.
-Aistá güey. Cómo vas a creer que yo, un hombre hecho y derecho... ¡Soy casado! Tú lo sabes. Tantas viejas con quienes anduve, yasta perdí la cuenta. ¿No te acuerdas de una güera nalgona?... Aquella que quería casarse conmigo nomás porque le hice su panza.

-Sí, andabas retepreocupado.
-Me costó chingomil el chistecito pero ni así me compuse, aquí me tienes otra vez dándole vuelo a la hilacha. No es mi culpa, ellas me buscan y yo no me puedo controlar. Apenas veo una y siento un calorcito abajo del estómago. Por eso me gusta sentarme en la banqueta a verlas pasar. Para qué te voy a mentir, las mujeres son mi vicio. No sé cómo pudiste creer ni yo lo creo... ¡No seas ingenuo, Efrén! Tú me conoces.
-¿Entós qué pasó?
-Ya me imaginaba que ibas a preguntar si casi te adivino el pensamiento. Por eso estás chupando conmigo en la calle ¿no?... ¿Qué tal está el roncito?
-Medio rasposón.
-Pero no hagas gestos. Como ya se acabaron las cocas habrá que rebajarlo con saliva. Al fin que así es más sabroso y ni la lluvia se siente. ¡Salud valedor!
-Salud. Pero no te hagas, cuéntame cómo estuvo.
-Todo fue un error. Me cai. Tú también te hubieras confundido y no te hubieran armado tanto mitote. Pero ya ves cómo les encanta el chisme a los vecinos. Todo lo han inventado para perjudicarme, porque en esta pinche colonia nadie me estima, me tienen miedo.
-¿Miedo?
-Pánico y un chingo de envidia. Muchos se mean en los calzones nomás con verme. No hay uno que me sostenga la mirada. ¿Por qué, Efrén? Porque a todos estos güeyes les parto la cara. O a ver dime: ¿quién fue el primero que se aventó cuando los de la San Simón vinieron a echarnos bronca? No es por presumir, pero nunca me verás correr a la hora de los chingadazos. Conmigo hasta el Negro se ha rajado y eso que estuvo en la grande porque debe muchas. Cuando le di baje con su chava, mejor le pegó a ella. ¿No hasta la dejó tirada a media calle con todo el hocico floreado? El día que lo vi, en vez de reclamarme se dio media vuelta, no me dijo nada porque no me vio. ¿Comprendes, Efrén? Como no me pueden hacer nada nomás andan inventando puros cuentos... Todos alguna vez nos equivocamos, ¡somos humanos!... Además se veía muy buena. Pero ni modo. Mejor digamos salud.
-¡San Lucas!
-Se veía rebuena mano. Cuando aceptó subirse al coche, el cuate que manejaba dijo: esta vieja es de jale. Nos gustó a los tres pero ella luego luego me escogió ¿por qué a mí? Se sentó conmigo. La abracé. De haber sabido ni la toco pero ella me sonreía, Efrén. Ponía su cara enfrente de mí, paraba la trompa. Como yo andaba jarioso, me la empecé a fajar, allí en el coche, delante de los cuates, pa demostrarles. Cuando la comencé a tocar, ella se resistió diciendo: aquí no papacito, vámonos a mi departamento. Yo ni caso le hice porque cuando estoy briago me dan ganas de ir a clavar lo antes posible. Me aventé y le agarré las teclas. La chava nada lenta me agarró la pistola. Entonces, bajita la tenaza, metí la mano debajo de su falda, entre sus piernas. ¡En la madre! sentí un bultito, ella nomás dijo: no te fijes corazón. ¡Pinche puto! Lo agarré de las greñas y se le cayó la peluca. Mis cuates se le dejaron ir. Le llovieron los madrazos. Lo bajamos del coche sin zapatos y con el vestido roto... ¿De qué te ríes?
-Metiste la pata bien gacho, pero no te enojes, mejor échate otro trago. ¡Saluca!
-Salud... Pero no has entendido mano. ¿Tú que hubieras hecho? Imagínate una mujer muy hermosa mirándote a los ojos como tú me miras. Una mujer que se te acerca y te acaricia y...
-¡Quíhubule cabrón! No te conocía esas mañitas.
-¡Oh, pinche Efrén! cómo serás morboso. No es lo que se imagina tu mente cochambrosa. No te agarré la pierna por maldá... Entre los amigos también existen las caricias... Fue como una palmadita en el hombro pa demostrarte mi estimación... Si me caes a toda madre... Nos conocemos desde chavitos. La mera neta eres casi como mi carnal ¿A poco no hemos estado juntos en las duras y en las maduras, carnalito?... pero no te agüites, mejor di salud.
-Discúlpame carnal, es que ya me siento medio borracho, perdóname por dudar de ti. No te enojes... A ver, broder, ¡díceme salú!
-Salud. Total no hay bronca. Todos cometemos errores. Yo también. Pero ni modo. Sólo así se aprende. Además, aquí entre nos, si no hubiera resultado un puto, me cae que yo si me lo hubiera cogido. Porque lo que sea de cada quien, tenía unos ojos así como los tuyos y me abrazaba tan rico así como ahora pongo mis brazos alrededor de tu cuello... y se me acercaba más y más ya siento tu aliento... y me ofrecía su boca bésame... y... Oye, Efrén, ¿me das un beso?... ¿Efrén?... ¿Qué pasó, cabrón? No aguantas nada. La botella apenas va a la mitad y ya te dormiste.

1 comentario:

  1. ya se me había olvidado este cuento, lo leí nuevamente con mucho gusto,es muy bueno.
    saludos.
    atr.

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